'Out means out'

Para sobrevivir, Europa debe enterrar las políticas de apaciguamiento con el Reino Unido. Que las élites británicas paguen cara la factura del 'brexit'

ENRIC HERNÀNDEZ

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Europa afronta una disyuntiva histórica: perseverar en el diletantismo, una de las causas del 'brexit', o trazar una nítida frontera entre los países dispuestos a  tirar del carro comunitario y los empeñados en ponerle palos en las ruedas. Si con la Gran Bretaña apuesta de nuevo por el apaciguamiento, la UE se acabará diluyendo como un terrón de azúcar. Si en cambio hace pagar a las élites británicas su atolondrado nacionalismo, tal vez el destino le depare todavía una oportunidad.

La Unión, para merecer tal nombre, no puede seguir subsistiendo a base de proclamas uniformistas que ocultan la confección de trajes a medida. Aunque sea doloroso, e incluso injusto para los jóvenes británicos que votaron por el 'remain', el portazo a Europa de la Inglaterra profunda debe acarrear consecuencias. Para empezar, los fondos de inversión deben tener claro que operar en la City no les abre las puertas del mercado continental. Un socio es un socio; el resto son competidores. 'Out means out'.

Hasta la fecha, la jerarquía europea se ha caracterizado por administrar su firmeza de forma inicua: fuerte con los débiles, débil con los fuertes. Pero la táctica de escarmentar a los PIGS no ha alcanzado para frenar la ola de antieuropeísmo en el corazón del Viejo Continente. Ni las vallas, los gases lacrimógenos y la deportación masiva de refugiados han impedido el auge de los partidos xenófobos.

La diplomacia de los 27 debe conjurar la tentación de construir un amistoso puente de plata para el prófugo británico, pues ello animaría a otros países a seguir la misma senda. Si ni el 'cheque británico' ni los privilegios sucesivamente otorgados al Reino Unido han bastado para seducir a sus votantes, ¿qué sentido tiene ahora seguir contemporizando?

El paraíso irlandés

La respuesta al 'brexit' debe ser la construcción de una Europa más integrada y democrática, más cercana a la ciudadanía y menos esclava de la 'euroburocracia'. Lo que implica, por ejemplo, una pronta armonización tributaria para que la República de Irlanda, 'paraíso fiscal' para muchas multinacionales, no sea la gran beneficiaria de la fuga de empresas del Reino Unido.