El debate sobre las finanzas públicas. en contra

Opacidad y propaganda

JOAQUIM COLL

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A la prórroga de las cuentas de la Generalitat le sucede lo mismo que al portal de la transparencia queArtur Maspresentó hace poco como un gesto de gran valentía. Esconde más cosas de las que muestra. La prórroga tampoco es un acto valiente sino otro ejemplo de fragilidad gubernamental. Obedeciendo los dictados de Esquerra Republicana, se priva al Parlament de su principal función: el debate democrático sobre las cuentas públicas. AunqueOriol Junquerasdiga lo contrario, la decisión no evita los recortes ni los hace menos dolorosos.

Prorrogar significa no querer enfrentarse con la realidad para refugiarse en la mera propaganda. Sorprende que aquellos que tanto agitan la bandera del equívoco derecho a decidir no se atrevan a explicar sus prioridades y prefieran gobernar con las cuentas aprobadas en el 2012 con el PP. Decir que con un 1,58% de déficit es imposible hacer las cuentas es falso, principalmente porque la hemeroteca nos recuerda que esa era la cifra que elconsellerMas-Colellconsideraba, a principios de año, como su objetivo en la negociación conCristóbal Montorocuando nos adjudicaban el lineal y durísimo 0,7%. Dicho esto, es cierto que el Gobierno español no ha sido leal con las autonomías al quedarse con la mayor parte del margen de déficit concedido por Bruselas; ni tampoco demasiado inteligente al alargar la discusión hasta el aburrimiento. Recordemos que en mayo fue incapaz de cerrar el debate sobre el déficit asimétrico ante la rebeldía de algunos barones del PP.

Lo que no se entiende muy bien es por qué razónMasyJunquerasestán dispuestos ahora a llevar al Parlament los presupuestos del 2014, que cuentan con un margen de endeudamiento sustancialmente menor, casi 1.200 millones menos. ¿Los podrán suplir con nuevos ingresos? Es una incongruencia que solo se explica en la medida que, a la opacidad sobre las cuentas del 2013, le va a suceder una desaforada campaña de propaganda cuyo objetivo es culpar a España de todos nuestros males y empujar así a la sociedad catalana hacia el abismo insurreccional en el año del tricentenario.