Los problemas económicos y sus soluciones

La nueva división de Europa

Tras la posguerra, la diferencia estaba entre el Este y el Oeste, ahora la crisis separa al Norte del Sur

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JOSEP BORRELL

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Europa estuvo partida en dos por el telón de acero. Al Oeste las democracias, al Este los países comunistas. La descripción no era exacta, pero grosso modo esa era la Europa de la posguerra y que superó su división en el seno de la Unión Europea.

Hoy, Europa está de nuevo dividida. Esta vez entre el Norte y el Sur. Entre los paísessuperavitariosy que han resistido bien la crisis, agrupados en torno a Alemania, y los países deficitarios que han sucumbido a la crisis y bajo transfusión financiera de la UE. Tampoco la descripción es exacta porque Irlanda no está en el Sur y algunos del Norte también tienen sus problemas.

Esa nueva división de Europa se debe a que las economías de los países del euro han divergido en vez de converger. La división se nota sobre todo en los tipos de interés que unos y otros tienen que pagar para financiar sus déficits. Alemania y sus satélites son los grandes beneficiarios de la crisis de confianza y su deuda casi les sale gratis. Paga el 1,2% a 10 años y España e Italia tipos insostenibles cercanos al 7%, mientras que otros países están fuera del mercado. A pesar de todos los acuerdos y las ayudas prometidas, hemos colocado nuestra última emisión de deuda a siete años al 6,7%, dos puntos más que la vez anterior. Y la demanda ha sido mucho más baja. Como reconoceMontorocon una sinceridad que no ayudará a rebajar la desconfianza, si no fuera por las compras de deuda del BCE España estaría en quiebra, o dicho de forma más correcta, no podría hacer frente a sus problemas de liquidez. España no tiene un problema de solvencia, pero la presión de los mercados y la inacción de las instituciones comunitarias pueden convertir un problema de liquidez en uno de insolvencia.

A la vista de lo que está ocurriendo y cómo los acuerdos de cada Consejo Europeo se desvanecen en poco tiempo mientras las primas de riesgo siguen subiendo, hay que preguntarse por la concepción de la crisis que realmente tiene Alemania, cuáles son los márgenes de maniobra que tiene el Gobierno deAngela Mekely qué es lo que pretende conseguir.

Alemania ha sido la gran beneficiaria del euro, como acaba de recordar el líder de los socialdemócratas (SPD). Y con la crisis, y lo que se está ahorrando en costes de financiación, lo está siendo más todavía. Pero, ¿qué pretende con su política de imposición de austeridad a ultranza?

O realmente cree que para curarse hay que sufrir, como decía mi abuela cuando me echaba alcohol en las heridas («cuando pica, cura»), que la austeridad restablecerá los equilibrios, así volverá el crecimiento y Grecia y los demás podrán seguir en el euro. O, por el contrario, cree que los países más débiles del Sur no podrán resistir esa terapia fatal y acabarán teniendo que salir del euro con lo cual la zona será más homogénea, más estable y con menos riesgo para Alemania de que al final tenga que rascarse el bolsillo.

Si creen lo primero ya deberían haberse dado cuenta de que están equivocados. Ni Grecia ni nosotros vamos a salir del agujero con las políticas que se nos imponen. Por supuesto que hay que corregir los excesivos endeudamientos y restablecer los equilibrios fiscales. Pero todos los sectores de la economía de un país no pueden desendeudarse al mismo tiempo so pena de paralizar la actividad. Parece que no hemos aprendido todavía, o lo hemos olvidado, que una crisis financiera más unas políticas fiscales restrictivas son la receta perfecta de una depresión económica.

Pero si lo que pretende es forzar la salida de los miembros más débiles para fortalecer el conjunto restante, debería saber que está jugando con fuego y que las consecuencias de ese proceso pueden ser incontrolables y muy peligrosas para la propia Alemania. Si al quitarle algunas piezas el sistema se hunde y Alemania tiene que volver al marco, la revaluación destruiría su competitividad y dejaría de exportar a sus vecinos europeos que siguen siendo sus principales clientes.

Y los alemanes lo saben. ¿Entonces, cuál es la lógica de las políticas que imponen a Europa? Probablemente, cuente mucho su opinión pública, convencida de que después de años de apretarse el cinturón salarial, ahora está pagando la siesta de los países del Sur. Y frente a las pasiones de poco valen razones. También el temor de verse arrastrada a una «unión de transferencias» como la que existe en las estructuras federales sin la capacidad política de controlarla. E incluso la teoría de la conspiración, según la cual Alemania utiliza la crisis para imponer su predominio político y económico y crear una Europa alemana a su imagen y semejanza.

Puede que sea eso lo que quiso decir el embajador alemán en las jornadas de Aix-en-Provence cuando acabó un debate diciendo: «Si no encontramos soluciones, quizá es porque no hay un problema». Pero sí que lo hay, y si no encontramos solución es porque no vivimos el mismo problema y porque hemos llegado a una situación en la que la desgracia de unos se convierte en una ventaja para otros. Y si la razón no supera la pasión, la nueva división de Europa abrirá la puerta a los demonios del pasado. Expresidente del Parlamento Europeo.