Nada remueve el estanque

El panorama político español es patético. El Gobierno prosigue su marcha hacia la nada, que podría terminar en desastre, mientras la izquierda, en sus distintas caras, no da muestra alguna de estar en condiciones de frenar esa deriva. Los partidos, todos los partidos, piensan únicamente en las próximas elecciones y esa dinámica solo puede producir demagogia y ninguna alternativa a los problemas reales. Que se agravan, diga lo que diga la publicidad oficial: el paro no cede, y el de larga duración empeora, el consumo sigue bajo mínimos, la morosidad bancaria sube y los desahucios no bajan, emigran cada vez más españoles y el drama de las finanzas autonómicas sigue deteriorando la sanidad y la educación. Todo lo importante, desde infraestructuras a medios de comunicación, camina hacia la decadencia.

No se atisba ningún elemento que pueda romper el estancamiento. Para desencanto de algunos poderes económicos -la idea de crear un Podemos de derechas del presidente del Banco de Sabadell es un indicio significativo- al PP no se le ocurre más que la propaganda, cada vez más agobiante y falaz. Rajoy sigue apostando a que los problemas acaben por pudrirse, mientras se apresta a golpear con dureza a quien proteste.

Y la izquierda no ofrece proyecto alguno para revertir la situación. La batalla por el poder en el PSOE se ha convertido en un espectáculo donde es imposible detectar signos de auténtico cambio, de reorientación del partido. Ninguno de los candidatos a la secretaría general presenta, hasta el momento, los rasgos del líder que haría falta para ello. La enésima crisis interna de IU corre el riesgo de terminar en ruptura o en parálisis. Y Podemos es por ahora solo un fuerte destello, aunque de futuro incierto. Ni en eso ni en lo demás se pueden hacer pronósticos.