tú y yo somos tres

La infanta y 'la tieta' Pilar

FERRAN MONEGAL

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No es de la familia, pero podría serlo, tranquilamente. Me refiero a Pilar Urbano y a la regia familia. Siempre que ocurre algún suceso relevante que afecta a la monarquía, Pilar Urbano es invitada a algún plató para que comente la movida. Es como una de esas fantásticas tietas que se conocen al dedillo los entresijos, y no se les escapa una. La madrugada de ayer estuvo en 'La otra red' (Cuatro) para desentrañar los hilos de esa nueva dimensión de la infanta Cristina, a quien, al parecer van a sentar en un banquillo. Pilar suele estar bien informada. Está tan bien informada que, a veces, en lugar de aclarar, la lía. Pero en general hace diana. Incluso hace vaticinios. Sentenció: «No renunciará a sus derechos dinásticos. Solo lo hará si es condenada. O sea, esto va a durar un año y dos meses como mínimo».

Últimamente, Pilar parece un poco díscola con la monarquía. Un poco crítica. Pero es un posturismo inofensivo. Analiza a la regia familia con un punto de retranca. Es punzante con las formas. Pero nunca cuestiona el fondo del asunto. Monárquica y borbónica a machamartillo, a veces puede parecer que pone a parir a algún miembro del clan, pero como todas las tietas, defiende a muerte a la familia. Su gran preferida es la reina cesante, doña Sofía. Siente por ella una especial ternura. Sostiene que Urdangarín la tenía engañada como a una china. Decía: «El disgusto es muy fuerte. Una vez la reina me dijo 'Urdangarín es bueno, bueno, bueno, buenísimo'. Eso me lo dijo en el 2008. Los delitos ya se habían cometido. O sea, la reina no sabía nada. Ella es ingenua, es así». ¡Ahh! La regia ingenuidad. Qué hermosa burbuja. Qué vacío existencial más confortable. Y los niños vienen de París.

INTELECTUAL DESNUDA.- Faltaba una Eva intelectual, y un Adán artista, estamos de acuerdo. En el último programa del año de 'Adán y Eva' (Cuatro), ella, naturalmente, iba desnuda, como las anteriores, pero le pusieron en la mano una obra de Kant, la 'Crítica de la razón pura', y hasta parecía que la leía. Él, por su parte, también en bolas, como es preceptivo, tuvo la rara virtud de dedicarse a pintar vistosas acuarelas. Sus dibujos eran monotemáticos, siempre el mismo asunto: la mujer desnuda. Decía que quería hacer como Pigmalión, aquel rey de Chipre que soñaba con que la dama del cuadro cobrase vida. ¡Ahh! Si este Adán quería ser original de verdad, a su Eva debía haberla pintado vestida.