Editorial

La maldición de las Glòries, enésimo capítulo

La rescisión del contrato de las obras del túnel de la plaza por la sospecha de mal uso del dinero público retrasará el proyecto

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Parecía imposible, pero ha sucedido: el que debía ser el proyecto definitivo de la barcelonesa plaza de las Glòries queda en el aire y se da marcha atrás al plan previsto. Cuando se cumplen, estos días, dos años de las tareas de construcción del túnel bajo la plaza –el elemento nuclear de la gigantesca operación urbanística–, la empresa municipal de infraestructuras Bimsa ha atendido la petición de Ada Colau de que se paren las obras y se rescinda el contrato con el pool de empresas que las ejecuta. Tan contundente e inesperada medida responde al encarecimiento del proyecto en 12 millones de euros. Una desviación que no es imposible relacionar, como ha hecho la alcaldesa, con las comisiones del 3% en la concesión de obras públicas, porque el juez que investiga esas anomalías ha señalado precisamente a una de las empresas adjudicatarias de las Glòries (en la época de Xavier Trias en la alcaldía). El frenazo de las obras por Bimsa solo está avalado políticamente por Barcelona en Comú, el PSC y la CUP, grupo que hace medio año solicitó una auditoría que ha desembocado ahora en la suspensión. Faltan aún elementos de juicio para valorar con precisión la idoneidad de una decisión tan radical, y más cuando se apunta que las obras acabarán costando 83 millones, 23 más de los previstos. Solo dos cosas están claras hoy. Una, que la lucha contra el mal uso del dinero público debe ser implacable. La otra, que los ciudadanos son quienes sufrirán de nuevo la maldición que pesa sobre las Glòries.