Dos miradas

Llámame zorra

EMMA RIVEROLA

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Puedes amenazarme. Decir que me quieres ver muerta. Puedes rebajarme. Atemorizarme. Despreciarme. Venga, llámame zorra. Ya no es un insulto. Así lo ha decidido el juezJuan del Olmo,de la Audiencia Provincial de Murcia, rebajando la condena de un año de cárcel a ocho días de localización permanente a un hombre -ya condenado anteriormente por malos tratos- que llamó zorra a su mujer y aseguró al hijo de ambos que la vería en el cementerio en una caja de pino.

Llámame zorra. Dime que te pertenezco, que soy tuya, que no tengo voluntad ni potestad. Dime que eres superior. Que mi lugar no está junto a ti. Ni ocupando los trabajos que tú podrías ejercer. Ni brillando más que tú en mi profesión o ganando más dinero del que tú traes. Dime que soy inferior, que solo sirvo para follar, parir y cuidar de ti y de los hijos. Como todas las mujeres. Dime que todo lo hago mal. Que no sirvo para nada. Que soy estúpida, inútil e ignorante. Dime que tengo que ser sumisa. Obediente y callada. Y rendir mi cuerpo a tu deseo. Para lo que tú quieras. Cuando tú quieras… Siempre tuya.

Va, vuelve a llamarme zorra. ¡Grítalo bien alto! Que todos lo sepan. Así, escupiendo cada letra. Sintiéndote poderoso al alargar y deleitarte en la rudeza de esa doble erre. ¿Cuántos hombres corearán ese insulto que resulta no serlo? ¿Cuántos hombres creen, en el fondo, que las mujeres somos unas zorras?