La 'manita' del Camp Nou

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Nada nuevo. Cierto. Las conferencias de prensa del entrenador del BarçaLuis Enrique, que, ahora, de vez en cuando, se suelta a bromear ("¿no me vais a regalar nada por cumplir ante el Real Madrid mi partido 250 en los banquillos?"), nunca aportan gran cosa. ¿Por qué? Simple: no le gustan, no le gustamos. Vive, habla, responde, a la defensiva. Cree que soltarse le va a complicar las cosas. No lo ha hecho nunca y no piensa hacerlo. Piensa que, en cualquier circunstancia, nosotros, los periodistas, nos pondremos del lado del club, de la afición o de Leo Messi. O de Iniesta. O de Xavi. O de Piqué. Los entrenadores no duran. Ellos se van. Basta que él lo crea para que la sala se llene de tópicos.

Pero esta mañana, en medio de los tópicos, me dio la sensación, solo la sensación, de que Luis Enrique quería deslizar, en medio de sus respuestas de siempre, una petición, un ruego, un grito, quien sabe, un auxilio, una ayuda, muy clara: necesitamos al Camp Nou, al mejor Camp Nou, al Camp Nou más nuestro, más del Barça, para ganar al Real Madrid, que está bien, que está muy bien y del que no podemos, ni debemos, ni vamos a fiarnos.

En ese sentido, puede que el roce, las charlas, el contagio, la profesión, las confidencias entre Luis Enrique y Pep Guardiola hayan servido para que el técnico asturiano comparta el discurso que siempre le oí al gran mago de Santpedor: "El Madrid siempre cree, este mal, este horrible, siempre empuja, siempre piensa que va a ganar, a remontar. Pero no solo sus jugadores. También sus socios, sus aficionados y hasta la prensa que le apoya. Siempre confían, siempre. En eso, son distintos a nosotros". Era, es, uno de los grandes mandamientos de Guardiola. Por eso, sin duda, esta mañana de sábado Luis Enrique utilizó la siguiente frase, tras muchos minutos de minucias, para cerrar su conferencia de prensa, fue la última, sí: "Juntos, el Camp Nou y el equipo, somos más fuertes. Juntos, el Camp Nou y nosotros, seremos capaces de conseguirlo todo".

Madrid siempre es euforia y confianza; Barcelona siempre es respeto y precaución. Y así sigue y seguirá siendo. De ahí que Luis Enrique pida un Camp Nou a tope, nuestro, con confianza. 'Lucho' odia que van a ganar por 5-0. Odia las 'manitas'. Pero sí grita que quiere que el Camp Nou le eche una manita, y grande, de más de 90 minutos a su equipo.

"¿Favoritos? Aquí no hay favoritos. Eso sí, el estadio es el nuestro, la gente es la nuestra, el factor campo ha de servir para que nuestra gente, nuestro público, la afición, que siempre ha confiado en este equipo, nos lleve un punto más allá en intensidad y motivación". ¿Está claro? ¿Es eso pedir ayuda? ¿Es eso un ruego? No, es una realidad, difícil, muy difícil, con una afición tan ‘liceista’ como la del Barça. ¡Pero es el Real Madrid, caray! ¡Es la Liga! ¡Es escaparse! ¡Llévennos en volandas! ¡Hágannos volar! ¡Correr! ¡Marcar! ¡Vencer!

Por eso, esta vez, Luis Enrique, además de tener posesión, de tener el balón lejos de su área, de acercarlo a la del Madrid, de aprovechar las oportunidades, de estar intensos y atentos y, sobre todo, de apretar arriba en cuanto pierdan el esférico, quiere, pide, grita, que "el equipo, nuestros futbolistas, se dejen llevar por los que tenemos detrás, por nuestro público, por nuestro estadio, por el Camp Nou para, con su apoyo, con sus gritos y aplausos, poder dominar y ser efectivos".

Recuerden los que vayan al estadio: juntos somos más fuertes. ¡Es el Real Madrid, caray! Échenles una manita. La necesitan. La merecen.