La batalla de la diplomacia

Margallo habla con su homólogo francés, Laurent Fabius, en una reunión en Bruselas.

Margallo habla con su homólogo francés, Laurent Fabius, en una reunión en Bruselas. / JT/ac

Xavier Ginesta

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El ministro Margallo ha enviado a embajadas y consulados un manual contra el independentismo. Un documento bastante revelador si nos atenemos a su título, 'Por la convivencia democrática'. Un argumentario que pretende deslegitimar las posiciones independentistas ahora que se entra en un año trascendental para el futuro del Principado, ahora que la Generalitat ha dado un golpe de timón y ha fijado fecha y pregunta por una consulta; ¡ahora que incluso se ha logrado incorporar el FC Barcelona --una de las principales marcas de Catalunya, no lo olvidemos-- en el patronato del Diplocat! Es difícil poder hacer una valoración exhaustiva del manual sin saber exactamente todo el contenido, pero por lo que ha trascendido a los medios dista poco de los argumentos que hasta ahora han expuesto los miembros del Gobierno de Rajoy que se han encargado de entablar batalla dialéctica con los independentistas .

Por mucho que este manual se quiera presentar como un decálogo de verdades que los representantes del Estado en el exterior puedan explicar en qué punto está el (su) proceso, no son más que apreciaciones surgidas de apriorismos; nada de verdades absolutas como, por ejemplo, las que pretende asentar el documento cuando reza: "No existe ningún enfrentamiento entre España y Catalunya, sino la discrepancia habitual de la vida política, como en cualquier otra democracia". El cierre en banda de la Moncloa cuando ha sido hora de escuchar las reclamaciones económicas de Catalunya --la comunidad que 'The New York Times' catalogó como "the Spanish powerhouse " (¡y es necesario recordarlo!)-- , la irresponsabilidad del Partido Popular cuando buscó firmas contra el Estatut del 2006, la injerencia constante a las competencias en Educación o la permanente puesta en duda del modelo de inmersión lingüística catalán quizá no constituyen un 'casus belli' a la antigua, pero sí que crean las condiciones para que un enfrentamiento discursivo, mediático y político florezca entre las dos administraciones, y consecuentemente salpique la vida cotidiana de la gente que vive en el país.

El manual es un argumentario propagandístico. El Ejecutivo de Rajoy entra, definitivamente, a hacer campaña por el 'no' de la consulta; del mismo modo que la Generalitat no deja de hacer pedagogía del 'sí' (¿por no decir del 'sí-sí'?) con la carta y el memorando que también ha enviado a las cancillerías europeas en las últimas horas. ¡Los aparatos diplomáticos ('paradiplomáticos' en el caso catalán) han puesto todas las cartas sobre la mesa! Porque el si el pueblo catalán debe ser, o no, considerado una 'demos' es un dilema que solo tiene solución política. La reflexión de los profesores Martínez-Herrera y Jeffrey Miley al respecto nos deja fuera de dudas: "[En la Constitución,] una ambigüedad fundamental sobre la naturaleza del 'sujeto colectivo' --y por extensión sobre el origen, alcance y contenido de los derechos atribuibles a las otras colectividades que se recogen-- quedó definitivamente instaurada" . A partir de ahí, todo es interpretable y modificable si se pone la voluntad política delante de todo.

Desgraciadamente, un proceso político de esta magnitud no se escapará de la guerra mediática, argumentativa . El profesor Nicholas J. Cull explica claramente la importancia de los medios de comunicación a la hora de implicar favorablemente a actores internacionales en una estrategia de diplomacia pública. Y en este contexto debe circunscribirse también el famoso manual: la construcción del relato que España vende al exterior y, por tanto, que debe intentar mediatizar por la prensa internacional. La fotografía de la Vía Catalana en el 'Wall Street Journal' --como una de las más importantes del año-- debió caer como un jarro de agua fría en los despachos del Ministerio de Exteriores . Y ala, ¡todos a correr que le vemos las orejas al lobo!