Juncker contra el fantasma de la recesión

ROSA MASSAGUÉ

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Un fantasma sobrevuela Europa y es el de la recesión. Jean-Claude Juncker ha visto ya un pedacito de sábana. El padre del pacto de estabilidad ha reconocido algo que la izquierda europea lleva repitiendo desde que los efectos de la crisis han puesto de rodillas a países enteros, que solo con austeridad no se crea empleo, que un poco de flexibilidad ayudaría a crearlo y a mejorar la situación, y que debe haber una dimensión social que vaya más allá de la económica y financiera.

Para hacer realidad este cambio de rumbo, Juncker anunció un paquete de inversión de 300.000 euros, y lo hizo en su discurso de investidura como nuevo presidente de la Comisión Europea ante la Eurocámara, en Estrasburgo. El luxemburgués quiere que este paquete esté listo antes de Navidad, pero lo que no aclaró, y se lo preguntaron repetidamente, es de dónde sacará estos fondos.

Desde que en su día se propuso a Juncker como próximo presidente de la Comisión, se ha citado repetidamente el nombre de Jacques Delors, la figura que el tiempo y la mediocridad de sus sucesores no ha hecho más que agrandar. Aquel presidente francés llegó en un momento decisivo para la Unión, cuando se necesitaba un nuevo impulso y el francés se lo dio. Ahora la situación no es la misma que la de los años 80 y 90 del pasado siglo.

Desconfianza

La Unión ha cambiado mucho. Es mucho más grande, está más integrada, lentamente se va construyendo un entramado más democrático, pero nunca como ahora el escepticismo, la desconfianza de un parte de la ciudadanía y el alejamiento del proyecto europeo han sido tan grandes. Por ello no debe extrañar este recurrir a aquella figura histórica en momentos de tanto pesimismo y que, aun siendo ideológicamente muy distintos, haya quien quiera ver en Juncker a un nuevo Delors.Y al luxemburgués no le va mal esta equiparación. Ayer mismo, en la rueda de prensa posterior a la aprobación de su colegio de comisarios, recordaba cómo se le había indicado al socialista francés que no tenía talento para presidir la Comisión, para acto seguido recordar que Delors hizo aprobar el Acta Única, uno de los hitos de la construcción europea, que creó un espacio sin fronteras interiores en el que se garantiza la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales. «He pensado mucho sobre ello», dijo Juncker, para añadir que no tenía intención de emular a Delors. Aún así añadió: «Me gusta como modelo».

A su favor, Juncker tiene la bendición de los dos grandes grupos políticos de la Eurocámara, el conservador y el socialdemócrata. Lo que no tuvo ayer el nuevo presidente es la aprobación de los socialistas españoles, ni la del único diputado de CDC, ni la de UPyD, ni la de Podemos. De los últimos, se entiende; de los primeros, no.