Dos miradas

Juego machista

¿Cuántas charlas de tutoría ha pulverizado Belén Esteban al afirmar que ningún hombre debe fregar mientras haya una mujer junto a él?

EMMA RIVEROLA

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Uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 29 años considera aceptable la violencia de control. Es decir, fiscalizar las amistades de la pareja, inmiscuirse en sus decisiones profesionales, vigilar sus horarios… El porcentaje supera al de las franjas de mayor edad, tanto en chicos como en chicas. Por el contrario, los mismos jóvenes muestran un rechazo prácticamente total hacia la violencia machista física. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Es un problema de machismo o de ignorancia? ¿Es posible que su conducta esté más influenciada por una voluntaria exaltación de la zafiedad que por una decisión ideológica?

En algunos focos de notoria influencia se apuesta por envolvernos en un halo de frivolidad y de admiración del comportamiento más cerril. Basta con asomarse a la pantalla y comprobar que en el altar de las estrellas mediáticas triunfan los garrulos que vomitan desde la caverna de la incultura. ¿Cuántas charlas de tutoría ha pulverizado Belén Esteban al afirmar que ningún hombre debe fregar mientras haya una mujer junto a él? Triunfa el humor tosco, bronco y cerril, aunque se disfrace de parodia, y se consolida una banalización del éxito, demasiadas veces mesurado por el número de seguidores en las redes sociales. A través de ellas se propagan las más rutilantes memeces elevadas al infinito de los clics. Pero la futilidad no es inocente. Del mismo modo que el machismo no es un juego. Incluso mata.