LA CRISIS SOCIOECONÓMICA

La izquierda y Europa

"En el siglo XXI, la soberanía política de la ciudadanía o es europea o no será. Y el proyecto de la izquierda en el siglo XXI o es europeo o no existirá"

Un hombre con un cartel que dice: «Fuera de Chipre».

Un hombre con un cartel que dice: «Fuera de Chipre».

JOAN COSCUBIELA

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En una misma semana, la Unión Europea nos envía señales contradictorias. Una de cal, la sentencia del Tribunal de Luxemburgo que dictamina que la legislación española sobre ejecuciones hipotecarias y desahucios no es respetuosa con los derechos que las directiva de la UE y reconoce los ciudadanos como usuarios. Otra de arena, el acuerdo del Eurogrupo por el que se pretende que los ciudadanos chipriotas paguen vía impuestos el rescate de los bancos de Chipre, o sea de sus acreedores internacionales.

Estos hechos me llevan a reflexionar sobre uno de los grandes retos que tiene la izquierda. Ofrecer a la ciudadanía un proyecto nítido sobre Europa. La crisis, la incapacidad de las instituciones para hacerle frente, las injustas y suicidas políticas de austeridad están debilitando la legitimidad de la política, de las instituciones. El proyecto europeo es uno de los primeros damnificados, por errores propios, por la culpabilización que de la UE están haciendo los gobiernos de los estados y también por el interés de los poderes económicos de desmantelar cualquier estructura de poder que pueda hacer de contrapeso político de una globalización que ellos quieren sin reglas ni contrapoderes sociales.

Durante esta crisis, la institución más genuinamente europea --porque es la única elegida directamente por los ciudadanos--, el Parlamento Europeo, está siendo despreciada por los gobiernos de los estados miembros. Gran parte de las decisiones se toman en los Consejos Europeos, que son la suma de los 27 estados miembros. Otros, incluso se toman en espacios ademocráticos como la troika, formada por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI.

Pero ya se encargan los gobiernos europeos de descargar sus responsabilidades en otros. Incluso cuando, como en el caso de Chipre, la decisión la toman por consenso los ministros de Economía de la zona euro, constituidos en Eurogrupo. Así, en el imaginario colectivo, Europa aparece como la responsable de las medidas que imponen sacrificios injustos y sufrimientos inútiles. Y los gobiernos aparecen como sujetos ajenos a estas barbaridades.

Sentencias beneficiosas para los ciudadanos

Por otra parte, se conoce poco el papel que la legislación europea juega en la defensa de los ciudadanos europeos, en ocasiones desprotegidos por su legislación estatal. En menos de un año, el Tribunal de Luxemburgo ha dictado varias sentencias, todas ellas beneficiosas para los ciudadanos. Dos que reconocen el derecho a disfrutar y no perder las vacaciones cuando estas coinciden con períodos de baja médica. Otra que obliga a España a computar las cotizaciones de los contratos a tiempo parcial de forma no discriminatoria para estos trabajadores, mayoritariamente mujeres. Y una última que obliga a España a tener presentes las cotizaciones de trabajadores emigrantes de terceros países realizadas en otro país de la UE.

En estos momentos, la última línea de resistencia legal para evitar el despido libre sin controles que ha impuesto la reforma laboral del PP la tenemos en la directiva de la UE sobre despidos colectivos. Y espero que pronto podamos disfrutar de jurisprudencia que, interpretando esta normativa europea, ponga límites al poder absoluto que la reforma laboral otorga a los empresarios.

La culpa es de la políticas conservadoras

En resumen, ni todo lo que viene de Europa es negativo ni los muertos que se cargan a Europa son siempre responsabilidad suya, sino que tienen en las políticas conservadoras de los gobiernos estatales a los grandes responsables.

Ante esto, la izquierda tenemos la responsabilidad de hacer un buen diagnóstico y ofrecer un proyecto europeo a la ciudadanía. Un proyecto que incluya una denuncia nítida de las salvajes políticas intergubernamentales que se toman en el marco de la UE y una denuncia de las carencias democráticas y sociales del proyecto europeo.

Pero este proyecto de izquierdas debe destacar lo que es lo esencial. Si la ciudadanía europea quiere recuperar su soberanía política frente a unos poderes económicos y unos mercados financieros encantados con una globalización sin reglas ni contrapoderes, Europa es el espacio para hacerlo y el proyecto europeo el mejor, quizá el único, instrumento real a nuestro alcance.

En el siglo XXI, la soberanía política de la ciudadanía o es europea o no será. Y el proyecto de la izquierda en el siglo XXI o es europeo o no existirá.