Opinión | EDITORIAL

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La heroína del Raval llega de Pakistán

Sin que el dato dé pie a estigmatizar a ningún colectivo, las pesquisas de la policía conducen a ciudadanos paquistanís residentes en Ciutat Vella como eslabón clave en la llegada de la droga

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Las investigaciones policiales están permitiendo establecer la forma en que llega la heroína al Raval barcelonés, donde esta droga –y quienes la venden y la compran– está de nuevo muy presente, para desesperación de los vecinos, que ven con impotencia cómo decenas de pisos han sido ocupados ilegalmente por quienes se lucran con este siniestro negocio. Sin que el dato dé pie a estigmatizar a ningún colectivo, las pesquisas de los cuerpos de seguridad conducen a ciudadanos paquistanís residentes en el Raval como eslabón clave de la cadena de introducción del opioide.

Los narcos convencen a algunos inmigrantes de ese país sin ningún antecedente para que, a su regreso a Barcelona tras pasar unas semanas de vacaciones en su país de origen, escondan heroína en el equipaje. Basta que una ínfima parte de los 20.000 paquistanís residentes en la ciudad se integren en alguno de estos grupos mafiosos para que la droga que parte de Pakistán acabe en los narcopisos del Raval. El anonimato de los correos hace más difícil el trabajo de la policía.  Este es el 'modus operandi' del grupo –formado por once personas– que ha desmantelado la Policía Nacional en una operación conjunta con la policía holandesa. Se confirma de nuevo un dato importante: el grado de conocimiento de la ruta de la droga por parte de las fuerzas de seguridad es mayor cuanta mayor es también la coordinación entre ellas. Una evidencia que no está de más recordar tras los lamentables episodios del dramático agosto barcelonés.