LA ÉPICA DEL BARÇA

No me gusta el fútbol

El motivo por el que me gusta mi equipo pero no me gusta el deporte rey en general es muy sencillo: soy culé por cuestiones emocionales

Luis Enrique y Messi se abrazan tras la victoria ante el PSG. A la derecha, Sergi Roberto y Robert Moreno, uno de los ayudantes del técnico.

Luis Enrique y Messi se abrazan tras la victoria ante el PSG. A la derecha, Sergi Roberto y Robert Moreno, uno de los ayudantes del técnico.

JENN DÍAZ

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No lo puedo evitar. Me gusta el BarçaEso no significa que me guste el fútbol: no soporto ver un partido de dos equipos que no son el mío. Hace ya algunos días de la remontada, pero la emoción es la misma. Cómo me gusta el Barça, y cómo me gusta la épica del deporte, el relato literario del fútbol. El motivo por el que me gusta mi equipo pero no me gusta el fútbol en general es muy sencillo: soy culé por cuestiones emocionales. He visto a mi padre sufrir y ser feliz con un equipo de fútbol, aunque él sí pueda ver cualquier partido de cualquier equipo, e incluso cualquier modalidad de deporte siempre que sea FCB. Pero yo no, yo soy del Barça porque mi padre me hizo del Barça, por imitación.

Cuando empiezan los partidos en que nos jugamos algo, sufro. Sufro de una manera irracional, inconsciente. Es un sufrimiento que no se parece a otros sufrimientos: una discusión, una mala noticia, cualquier decepción personal. Es una angustia agridulce. Me pregunto entonces por qué me habré aficionado, por qué tengo que sentirme así en determinados días por un partido. Es solo un partido, es solo un club, es solo un deporte, me digo. Pero la respuesta está muy clara: por noches como las de la remontadaremontada, inolvidables, que he memorizado para el resto de mi vida.

NOCHES DE FELICIDAD

Las cosas que aprendemos de nuestros padres y que nos hacen felices de una felicidad inigualable a nada, no tienen nada que ver con nada. Lo que me hace ser una enamorada del Barça es que hay noches en que me voy a dormir feliz, muy feliz, y pienso en mi padre, que se ha ido a dormir feliz, y pienso en toda esa gente que está sintiendo lo mismo que nosotros, y ni siquiera me acuerdo de la ansiedad que he pasado en tantos partidos, del mal sabor de boca que dejan las derrotas o los días en que los jugadores no son ágiles en el campo.

Me voy a dormir pensando en que lo que he vivido nos está haciendo felices a mi padre y a mí, una felicidad determinada y que no tiene sentido. Las noches imposibles en que remontamos un 4-0 son mágicas. Cómo no me va a gustar el Barça, cómo me va a gustar solamente el fútbol.