mi hermosa lavandería

Fellini, reza por nosotros

dominical 621 seccion coixet

dominical 621 seccion coixet / periodico

ISABEL COIXET

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Lo recuerdo como si fuera hoy, aunque han pasado casi 20 años y apenas puedo recordar si cerré con llave la puerta de mi casa. Era septiembre en Roma y yo estaba rodando un anuncio para una revista italiana que todavía se publica. Habíamos rodado toda la tarde en el jardín de una mansión de la Vía Apia. No recuerdo las caras de las modelos, pero sí las discusiones sobre el nivel del escote y la altura de la falda: esas interminables discusiones en 'loop' que amenizan la vida de cualquiera que se gane la vida haciendo publicidad y aún más en Italia. Cuando terminamos, ya era casi de noche. Yo solo quería retirarme a mi hotel y leer y estar lejos de allí.

Walter Fiordelmondo, nuestro eficiente y amable jefe de producción, viendo mi cara de agotamiento, me dijo que había pensado llevarme a un lugar, no lejos de allí, que creía que me iba a animar. Accedí: Walter siempre me descubría rincones fabulosos de la ciudad, restaurantes de barrio con tres mesas donde solo servían macarrones, pero qué macarrones y qué vino. Esta vez no me llevó a ningún restaurante: me llevó a Cinecittà. Su padre había sido durante 30 años el portero del mítico estudio de cine y Walter tenía las llaves de los almacenes donde guardaban las armaduras y los cascos que habían utilizado en tantos y tantos péplums, las esculturas griegas, romanas, bizantinas, las inmensas y oscuras naves donde había vestuario de cualquier época que un cineasta pueda soñar. Recorrí con él decorados que reproducían canales venecianos, calles de pueblos, villas romanas, pedazos de Coliseo. No era la Cinecittà de la época gloriosa, pero todavía se rodaban muchas producciones allí. Era emocionante estar en los mismos sets que habían pisado FelliniPasoliniBertolucciRosselliniEttore ScolaPietro GermiVisconti (aunque a Visconti no le gustaba nada el estudio de la Vía Tuscolana). Llegamos a la abandonada cabeza de Casanova y los decorados de 'E la nave va', que ya empezaban a criar moho.

Walter me habló de su infancia, pasada entre focos y vías de 'travelling' y cámaras. Yo le hablé de mi infancia, pasada soñando con el día en que pudiera estar detrás de una cámara. Sabía por qué Walter me había llevado allí: para recordarme mi sueño. Para que no olvidara que lo que nos mueve a hacer algo, cualquier cosa, también nace de la admiración por los que lucharon por sus propios sueños antes que nosotros. Mientras salíamos, en broma, Walter me dijo que cualquier día los rodajes cesarían y algún espabilado convertiría ese lugar en un parque temático. Repliqué, indignada, que eso era imposible. Fuimos a cenar 'trippa alla romana' a un lugar donde comían los eléctricos a los que no les gustaba comer en el estudio. Había fotos dedicadas de todos los mejores directores del mundo y servían esa ensalada que solo se encuentra a veces en los restaurantes, 'puntarelle'.

Como no podía ser menos, yo me equivoqué respecto de Cinecittà. Hace dos semanas se inauguró el parque temático Cinecittà World, que ha costado 250 millones de euros. Fellini, donde quiera que estés, reza por nosotros.