Análisis

Éxito, sin olvidar el freno

Más que trabajar para incrementar turistas, hay que mejorar el gasto promedio que realizan, más bajo que en otras ciudades

JOSEP FRANCESC VALLS

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Aumenta el número de turistas en Barcelona, sobre todo los extranjeros, mientras los del resto de España se mantienen en niveles parecidos a años anteriores. En este aspecto, vivimos datos históricos. ¿Hay que impulsar el crecimiento del número de turistas o habrá que revisar este modelo si otros parámetros no aumentan a un nivel similar? ¿Revisar significa frenar?

Varias consideraciones para responder. La primera, el gasto promedio sigue bajo, si lo comparamos con el que los turistas desembolsan en otras ciudades competidoras europeas. Excepto en el caso de los extracomunitarios, sobre todo, los rusos, los chinos y los asiáticos en general, que concentran la mayoría del gasto en 'shopping', preferentemente en La Roca Village (LRV). Por suerte, gracias a ello, gastan mucho más que el resto en los distintos servicios en Barcelona, principalmente en entertainment, ocio y cultura; compras; comida y bebida; y hotel (Estudio ESADE-LRV, 2016). Habrá que realizar un nuevo esfuerzo para reposicionar a la ciudad más cercana a su valor.

La segunda, en las mediciones se evidencian dos grandes grupos desde el punto de vista de la estancia. Los que pernoctan en los hoteles, en torno a 2,17 días de estancia y los que se alojan en apartamentos turísticos, casi el triple. ¿Se trata de acercamientos distintos a la ciudad? Los que pernoctan en hoteles pertenecen al grupo de los negocios y primeras visitas. Son más programados, menos activos, menos innovadores, pero más culturales. Los que se alojan en apartamentos permanecen más días, son más experienciales, más nocturnos y más internautas. Ambos coinciden en que lo que más les agrada son las visitas diarias por la ciudad y no rechazan lo temático. Si observamos los periplos de ambos, se repiten, probablemente por falta de una oferta más ampliada, que podría fácilmente extenderse a toda Catalunya.

La tercera consideración concierne a la dispersión de destinos de procedencia. Barcelona es un destino global. Pero, en la amplitud de foco, se empiezan a advertir algunos gaps a tener en cuenta. Hablando de hospitalidad, como en el estudio mencionado, los compradores de LRV valoran como insatisfactorios algunos servicios de Barcelona (como la restauración, la hotelería y la capacidad de adaptarse a su idioma y cultura). Todavía queda por aprender si se es destino global, y por mejorar en aspectos hard y soft de la ciudad, implicando a todos los públicos.

La cuarta y última, se refiere al reparto de los beneficios. El sector turístico y el resto de actividades deberían beneficiar por igual al negocio y a los barrios, que deberían estar más implicados. Por ello, se requiere un cierto reequilibrio de los establecimientos turísticos, manteniendo la primacía del centro histórico y las zonas monumentales, pero inmiscuyendo al resto.

Estas reflexiones nos conducen a afirmar que, más que trabajar para incrementar turistas, hay que, 1) invertir en mejorar la experiencia y, por ende, el gasto promedio; 2) revisar el modelo ajustando todos los parámetros; y 3) se puede desarrollar toda esta tarea  atacando, de entrada, aquellos aspectos desviados, para lo cual no es necesario frenarlo todo de golpe.

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