Editorial

Exhibición de fuerza de Podemos

El discurso de Pablo Iglesias resulta impactante pero ahora deberá someterse al veredicto que marquen las urnas

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La Marcha por el Cambio convocada en la Puerta del Sol de Madrid por Podemos cumplió las expectativas y se convirtió en una auténtica demostración de fuerza popular que pocos partidos políticos se permitirían emular en las actuales circunstancias. Con la evocación del cambio, palabra mágica que tantas veces ha demostrado su eficacia política, y no solo en 1982 cuando la esgrimió el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, Pablo Iglesias y los politólogos que le rodean en la dirección de Podemos lograron una multitudinaria movilización convocada sin un objetivo concreto contra el Gobierno, sino como una enmienda a la totalidad del sistema nacido de la Constitución de 1978 que, según su tesis, se ha corrompido por la actuación de la casta.

Iglesias y Podemos recogen y capitalizan un indudable malestar social provocado por la crisis económica, el imparable aumento de las desigualdades y la pasividad o complacencia de los partidos del establishment para resolver una situación explosiva con recetas equivocadas. Al tiempo que el discurso de Podemos atronaba en Madrid, con verdades como puños, pero también con planteamientos demagógicos, Mariano Rajoy repetía en Barcelona su discurso sobre la bondad de la política anticrisis del PP, y el PSOE cerraba filas con Pedro Sánchez mientras trataba de contrarrestar a Iglesias argumentando que «la política no se hace a gritos».

Crece Podemos, aunque de momento su discurso se sostiene solo con frases ingeniosas, sin medidas concretas y entre sospechas sobre la financiación del partido. Iglesias puso como ejemplo las medidas adoptadas por el nuevo Gobierno griego para señalar el camino a seguir. Pero nada indica que la apuesta de Syriza, que ha desafiado abiertamente a la Unión Europea, vaya a resultar ganadora y lo que ocurra en Grecia influirá decisivamente en las expectativas de Podemos en España.

Armado con el recuerdo del Quijote y un regeneracionismo que no tiene complejos al hablar de «patria», Iglesias usó la dialéctica de «los de abajo» contra «los de arriba», denunció al Estado que se enfrenta a la sociedad, descalificó la recuperación basada en contratos precarios y sueldos «indignos» e identificó la corrupción con la desigualdad social. Un discurso impactante, que debe ser sometido ahora al veredicto de las urnas.