Dos miradas

Estupidez

JOSEP MARIA FONALLERAS

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La lotería se rige por la inevitable presencia del azar. Es la esencia misma de este juego, que no consiste en acertar un número sino en tener en tus manos el número que, sin ningún tipo de acción causa-efecto, saldrá del bombo con la garantía de ser el mejor dotado del sorteo. En resumen: es el número quien te busca y no tú quien lo encuentra.

Para revertir el orden natural de las cosas, hay jugadores (veteranos, experimentados y/o supersticiosos) que viven con la ilusión de gobernar al azar. Creen que son ellos, los dueños del destino, y que la bolita en cuestión acabará designando una cifra que coincida con un hecho histórico, una anécdota trágica o cualquier fijación matemática o maniática. Y van y tratan de comprar el boleto del día en que chocó un tren o que su equipo ganó un partido importante o del día en que, en su momento, cayeron las Torres Gemelas de Nueva York.

Con la Grossa de Catalunya pasa lo mismo y ahora todos vamos lanzados para adquirir el 91.114, el 02014 y el 01714. Hay tanto lío y tanta demanda que la Generalitat organiza un sorteo para sortear los números del sorteo, un hito memorable y nunca visto en la historia de las rifas, de tal manera que los responsables han advertido que, si te toca el 91.114, no quiere decir que te haya tocado la lotería sino que te ha tocado jugar a la lotería con el 91.114. Si es que algún día somos independientes, por favor, que nunca se pierda este entusiasmo por la estupidez.