Peccata minuta

Esto no es Barcelona

Concentración de viandantes y de comercios en Portal del Àngel, ayer.

Concentración de viandantes y de comercios en Portal del Àngel, ayer.

JOAN OLLÉ

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Como ya les he contado otras veces, vivo peligrosamente cerca del diábolico portal del Àngel, 'downtown0 barcelonés donde todo, incluso los mil negocios que han florecido a la sombra del jamón ibérico (¿de dónde sale tanto puerco?) se anuncian en la lengua de Harry Potter. El otro día, con mi amigo David Guzmán, nos dedicamos a pasear por esta ciénaga turística que es mi barrio, intentando encontrar una brizna de aquello que en su día fue llamada 'la Gran Encisera' y ahora avanza a velocidad de crucero (sic) hasta su definitiva impersonalidad.

Comimos en Can Agustí de la calle de Vergara, fundado en el 36 e inmediatamente colectivizado por su dueño, el abuelo de Anna, que nos recibe con un beso de delantal blanco, comemos como antes y todo está en partitura. (Mi padre, que nunca salió del Eixample y me recomendó ser más barcelonés que catalán, contaba que la Barcelona de los 50 tenía la armonía de una película de Lubitsch). No entramos en Can Boadas porque el cóctel no es compatible con el sol, pero sí nos dirigimos a la iglesia de Santa Anna, pequeño escondrijo románico del siglo XV donde hasta hace poco Jacqueline y Antonio vendían flores en una caseta de madera. Cuando iba a enseñarle el claustro, nos encontramos con que un cartel con una gran fotografía de colores más chillones que el original impedía su visión. Y pensamos a dúo en el cuadro de René Magritte en el que las palabras «'Ceci n'est pas une pipe'» nos advierten de que la pipa pintada encima no sirve para fumar; que es solo una imagen plana e inútil.

PAN CON TOMATE SIN TOMATE

Por más que sus responsables políticos y culturales nos canten las excelencias de Barcelona, solo hace falta ponerse las gafas de mirar de cerca para saber que el rey va desnudo, o en pantalón corto y chancletas, comiendo paellas que no son paellas, pan con tomate sin tomate, ruedos sin toros y España sin Catalunya. ¡Suerte tenemos del Gaudí de Reus, el suizo Gamper y Picasso el andaluz!

Los padres de David viven muy cerca de la Sagrada Família, y me cuenta, sin exagerar, que los turistas ni miran ni respiran el imposible aire místico que rodea el templo; con un palo de selfi y una sonrisa basta para cumplir con el mandato bíblico de peregrinar a la Meca, a las mecas, llámense 'Monna Lisa'esfinge de Gizeh, 'Nacimiento de la Primavera' o Tour Eiffel.

Cambio amplio piso encima de restaurante modernista ruidoso y maloliente por casita en pueblo de montaña donde el alcalde sea una vaca y saludarla cada día. «¡Bon dia, alcaldessa!», y que ella responda: «¡Mu!». Sí, como el abuelo Maragall, quiero urgentemente una Barcelona independiente, libre y soberana de la cutrez y el mal gusto en la que, de vez en cuando, sea posible un instante de belleza.

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