¿Está solo el PSC?

Albert Sáez

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Uno de los dirigentes clave en el PSC que acumuló todo el poder se lamentaba tras la marcha de Pere Navarro: "el PSC está muy solo". Una sentencia lapidaria que merece ser pensada. Se refería el veterano capitán a la soledad del socialismo en dos frentes: el del reformismo político y el de la serenidad mediática. En la mente de este estratega la situación es la siguiente: la derecha catalana se ha vuelto revolucionaria y ha entrado en una espiral autodestructiva que va hacia ninguna parte. En paralelo, los medios de comunicación, aterrorizados por la impronta de los nuevos medios, se dejan llevar por la pulsión populista de la política. La descripción se ajusta en parte a la realidad y, ciertamente, visto así deja al PSC en una enorme soledad que, unida a las disputas internas, ha deglutido a Pere Navarro en apenas tres años.

El reto es saber si el PSC está solo porque lo han excluido, porque se ha aislado o porque es el único espacio de lucidez en una sociedad dopada de alucinógenos como escribió uno de sus intelectuales de referencia. Como siempre las tres posibilidades contienen alguna dosis de verdad. El reformismo en Catalunya gobernó durante 23 años con un equilibrio basado en el poder de CiU en la Generalitat y el del PSC en los principales ayuntamientos, donde vive el 80% de la población. Ese equilibrio se rompió en el 2003 cuando no hubo ni frente nacionalista ni sociovergencia sino tripartito. Un aparente 'dragon khan' que abrió paso a la época dorada del PSC que con CiU arrinconada dominó la Generalitat, los ayuntamientos y el gobierno de España. Allí empezó la soledad... pero en ese caso del poder. Fue en ese lapso de tiempo que el PSC dio las primeras muestras de aislamiento al renovar los cargos institucionales y, sobretodo, los internos en base a la obediencia y no al mérito. Un empobrecimiento progresivo que está en la base de la inconsistencia para mantenerse en pie tras la salida del poder, la crisis económica y el vendaval soberanista. Lo orgánico ha pasado a ser inorgánico en la medida que ha desconectado con los votantes y, en consecuencia de la sociedad. La soledad del poder acabó por generar aislamiento.

Y, finalmente, llegó la exclusión. Tiene razón el PSC al denunciar que el catalanismo ha decidido apretar el acelerador sin importar que un partido central quedara aislado. Desde ese punto de vista ha quedado excluído. El plan de la actual dirección es resistir hasta que el pelotón de escapados que dirige Mas caiga por el precipio a manos de masas que lo han encumbrado hasta el 9-N y que lo descalabrarán en el descenso a toda velocidad. Lo dramático es que las fuerzas flaquean para llegar a la cima en la cola del pelotón. La pájara de Navarro llega porque muchos de los que tiraban de él lo han dejado solo con el viento en contra, críticos y oficialistas.

La remontada pasa por conjugar tres dinámicas simultáneamente: regenerar el partido y la dirección para romper con la soledad del poder; certificar que la nueva dirección responde a la sensibilidad de los votantes que ahora necesita tener el PSC, no solo los que tuvo antaño; y, tres, acabar con su exclusión de la centralidad del catalanismo. En defnitiva, reconocer que la soledad puede estar provocada porque te silencien pero también porque no tengas nada que decir. Cientos de miles de catalanes esperan escuchar al PSC siempre que les diga algo que les interese.