España y los nuevos mitos griegos

JESÚS RIVASÉS

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Los griegos de finales del segundo milenio antes de Cristo utilizaron los mitos, como relatos fabulosos de algo extraordinario ocurrido en épocas pasadas, para intentar explicar los grandes problemas del mundo. Aquellos mitos alumbraron una cultura, que fue el germen del mundo greco-judeo-latino, de Occidente en definitiva. Robert Graves (1895-1995), poeta, novelista (Yo, Claudio) ensayista y traductor de textos clásicos, compiló y explicó la mayoría de de estas alegorías en su monumental Los mitos griegos, aparecido en 1955 y elaborado en Deià, Mallorca, donde vivía el escritor británico.

Cuatro mil años más tarde, la crisis de la moderna Grecia, que ahora tras la victoria de los radicales de Syriza quiere iniciar un nuevo tiempo, tan incierto como los anteriores, solo puede explicarse con el recurso a relatos tan fabulosos como míticos, recopilados por cientos de expertos, y que la mayoría de la población sabe que son ciertos, pero que no desea aceptar.

Grecia vivió por encima de sus posibilidades y se endeudó para sostener su enloquecido gasto público, que a veces se convertía en gabelas para los ciudadanos. En un país con el 50% del PIB español, el salario mínimo era un 50% superior, algo que Syriza ha anunciado que volverá a hacer. El hospital Evangelismos, uno de los principales de Atenas, tuvo contratados a 15 jardineros para cuidar media docena de plantas. El Ministerio de Agricultura creó una unidad para digitalizar las fotografías de las tierras públicas y para ello empleó a 270 personas sin experiencia en fotografía digital, ya que eran carteros, peluqueros, agricultores, afiliados al partido del Gobierno, claro. Grecia llegó a tener un millón de funcionarios, el 10% de su población, con pluses por llegar a la hora al trabajo, usar ordenador o ir correctamente vestido. Los guardas forestales cobraban un plus por trabajar al aire libre. Con extras, los funcionarios griegos llegaron a ganar una media de 70.000 euros anuales por 55.000 de sus colegas alemanes. Los griegos se jubilaban a los 61 años con el 96% del sueldo, pero además muchos podían acceder a la jubilación anticipada, profesionales como peluqueros,  flautistas, cocineros, masajistas, profesores e incluso presentadores de televisión. La razón, la penosidad de su trabajo.

Hay muchos ejemplos más de estos hechos fantásticos, como los mitos, casi tantos como los clásicos, pero unos pocos explican a donde y por qué ha llegado Grecia, le guste a Syriza o a Podemos. Los griegos han elegido un futuro y merecen una oportunidad, incluso esa flexibilidad de sus acreedores que parece que pueden encontrar, pero no a costa de todos los demás y para que vuelvan a gastar lo que no tienen. Quizá sea duro, pero es real, nada mítico y lo explicaba el domingo en este diario Joan Tapia: los 26.000 millones que España prestó a Grecia equivalen a lo que cuesta pagar el desempleo durante todo un año en nuestro país.