Análisis
El misterio de Neymar
Ernest Folch
Editor y periodista
ERNEST FOLCH
Agazapado tras el buen arranque de Messi, la irrupción de nuevos talentos de La Masia y el arranque esperanzador del equipo, ahí está Neymar, un jugador que es todavía un misterio para el Barça. No lo es para Brasil, donde ejerce de capitán. Y líder indiscutible, y donde es capaz de golear, desequilibrar e intimidar al rival, como se vio en el amistoso del sábado contra Colombia. Son las dos caras de Neymar, un jugador exuberante en la canarinha pero todavía cohibido en el Barça.
Lo cierto es que todos los focos del arranque de Luis Enrique se han dirigido, y con razón, a destacar el espléndido estado de forma de Messi, por el simple hecho de que el equipo no ha hallado todavía la manera de encontrar un estado de ánimo diferente al de su máxima estrella: si Messi está bien, el Barça está bien, y viceversa. Pero en paralelo a esta vieja regla de tres azulgrana, subyace otro interrogante que se arrastra sin respuesta desde hace algunas temporadas: el día que Messi falle, ¿quién se cargará el equipo a cuestas y será capaz de resolver un choque en una sola jugada?
El año de la verdad
En su primera temporada, Neymar no pudo ejercer este papel de segundo líder, a pesar de las expectativas que había levantado, y se apuntan motivos varios: la incapacidad del entrenador de entonces para asociarlo con Messi; las turbulencias judiciales del contrato; un equipo que ya no estaba engrasado como antes, y todo lo que ustedes quieran. Lo cierto es que el primer año ya pasó y ahora llega el segundo, que en el Barça es el de la verdad: los jugadores que no lo superan, por muy buenos que sean, deben empezar ya a hacer las maletas.
Alrededor de Neymar hay algunos signos inquietantes, como una obsesión por su imagen y por sacar réditos inmediatos de su valor publicitario, que le lleva a viajar de todo el mundo en épocas de descanso y rehabilitación, como ha sucedido este verano. Le envuelve una espectacular parafernalia mediática, que debe ir muy bien para su cuenta corriente, pero que no ayuda precisamente a su concentración, y que todavía no guarda relación con lo que ha conseguido en los terrenos de juego, que de momento es casi nada.
Todo esto no quita que Neymar sea un jugador con unos recursos asombrosos y una capacidad de cambiar los partidos que está al alcance de muy pocos, como demostró hace una semana en El Madrigal. Pero en el Barça el tiempo no es infinito, y de momento la sensación de regeneración que transmite el colectivo de Luis Enrique no tiene que ver con él, sino con otros factores, la mayoría puramente orgánicos. Falta todavía por transcurrir la temporada entera, pero que explote Neymar de una vez es una de las grandes asignaturas, menos comentada que otras, que tiene encima de la mesa el entrenador azulgrana.
A día de hoy, Neymar ya es un jugador para Brasil. Ahora debe demostrar que lo es para el Barça.
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