Precursores de los grandes cambios de los siglos XX y XXI

El electromagnetismo y usted

Las bases científicas del electrificado mundo moderno se pusieron hace ahora un siglo y medio

RAMON FOLCH

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Los goles de Messi o las elecciones municipales han monopolizado estos días las páginas de los periódicos. También aparecen desgracias varias, causadas por la dinámica de la naturaleza o por la mano humana. Los medios de comunicación se han convertido en un sobresalto permanente. Todos estos estímulos, tensiones y trasiegos pasan ciertamente en serio, pero un sinfín de otras peripecias que no merecen ninguna mención en la prensa predominan ampliamente en la realidad cotidiana de las personas. Los logros y aplicaciones de la ciencia y de la tecnología, por ejemplo. Vale la pena recordarlo de vez en cuando.

Este 2015 hace 150 años que James Clerk Maxwell (1831-1879) publicó en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society of London (1865) un discreto artículo de medio centenar de páginas titulado A Dynamical Theory of the Electromagnetic Field (Una teoría dinámica del campo electromagnético). Entre otras muchas cosas, sostenía que "tenemos razones para concluir que la luz es una perturbación electromagnética propagada a través del campo de acuerdo con las leyes electromagnéticas". Es decir, que luz, electricidad y magnetismo son caras de la misma moneda. De esta manera tan simple Maxwell unificó tres dominios que habían sido considerados como cosas diferentes desde que, varias décadas antes, habían irrumpido en el emergente universo del conocimiento científico.

LEYES DE MAXWELL

Sin las llamadas leyes de Maxwell, reformuladas en 1884 por el físico inglés Oliver Heaviside a partir de las veinte ecuaciones que Maxwell propuso en su artículo de 1865, no se habrían podido desarrollar la radio, la televisión, los teléfonos móviles o los microondas. De rebote, no existirían internet o los GPS. Esto es tanto como decir que el mundo no sería como es. Y eso que habría electricidad, habría óptica e incluso motores eléctricos. Pero no habría la integración de todo ello en el electromagnetismo, que es la base del World Mobile Congress y de todo lo que representa, sin ir más lejos. Pero dudo que los congresistas se hayan recordado este año de Maxwell. Todo el mundo debería hacerlo porque, si no, acabaremos creyendo que sus esfuerzos intelectuales y los de tantos otros científicos y pensadores eran una mera distracción. Pues no, el pensamiento científico es una moderna dimensión del humanismo de toda la vida, con capitales implicaciones en la vida cotidiana de todos.

Maxwell no habría podido concebir sus ecuaciones sin las aportaciones previas de otros científicos. El italiano lombardo Alessandro Volta (1745-1827) inventó la pila eléctrica, ingenio que por primera vez en la historia producía electricidad de forma continua. Gracias a la pila voltaica, el danés Hans Christian Ørsted (1777-1851) descubrió en 1820 la relación entre la electricidad y el magnetismo, mientras que el francés occitano André-Marie Ampère (1775-1836) formuló en 1827 la teoría electromagnética e inventó el electroimán, que es casi tanto como decir que inventó el motor eléctrico. Finalmente, el inglés autodidacta Michael Faraday (1791-1867) descubrió la inducción magnética, base de toda dinamo o alternador, los generadores de corriente continua o alterna. Parece claro que Volta, Ørsted, Ampère, Faraday y Maxwell son los padres del moderno mundo electrificado, pero cuando hablamos del siglo XIX pensamos en Napoleón o en la reina Victoria y olvidemos aquellos propiciadores de la realidad del siglo XX y del siglo XXI. Con el naturalista Charles Darwin pasa más o menos, aunque tal vez es un poco más conocido (tergiversadamente , pero conocido).

La grandeza de todos estos científicos es que, como más tarde los alemanes Max Planck (1858-1947) o Albert Einstein (1879-1955), fueron capaces de superar el llamado obstáculo epistemológico, es decir el prejuicio de mirarse las cosas como todo el mundo las había mirado antes. Fue el francés Gaston Bachelard (1884-1962) quien acuñó este concepto. No es que la luz vaya a la máxima velocidad posible, sino que una onda que vaya a la máxima velocidad posible deviene luz. Cuando sales de ti mismo, ves otras cosas mirando los mismos paisajes. Es así como Planck desarrolló la teoría cuántica Einstein la relatividad, niveles de integración superior que engloban la electricidad, la luz, el magnetismo o la mecánica newtoniana convencional.

La humanidad no estará nunca suficientemente agradecida a estos superadores de obstáculos epistemológicos. Por eso encuentro acertado que, con ocasión de este sesquicentenario de las ecuaciones de Maxwell, la Asamblea General de Naciones Unidas decidió que el 2015 fuera declarado Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías Basadas en la Luz. Las consideraciones precedentes vendrían a ser una pequeña contribución conmemorativa. Muy pequeña ante los beneficios del móvil, la radio, la televisión o el microondas