En el ecuador del mandato

Ninguno de los líderes políticos municipales consigue ir mucho más allá del aprobado ni convencer más allá de sus propios votantes

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ÀNGELS PONT

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La encuesta realizada en la ciudad de Barcelona a mitad de mandato indica que a día de hoy se mantiene <strong>la fragmentación política</strong> en el consistorio de la capital. El cambio más relevante respecto a las elecciones del 2015, por su magnitud, es el fuerte retroceso de los herederos de la antigua Convergència, el PDECat, que obtendría la mitad de los votos de CiU entonces. Su electorado se muestra indeciso y es la formación con una fidelidad más baja, cediendo un buen pellizco de sus antiguos votantes a los republicanos. Gracias a ello, ERC crece y se sitúa segundo en Barcelona, ligeramente por detrás de Barcelona en Comú. Este trasvase de voto de CDC a ERC se enmarca en la tendencia general observada en otras elecciones, como las generales del año pasado.

En cuanto al resto de fuerzas políticas, se apuntan algunas tendencias menos significativas. El partido de Colau lidera la estimación de voto y obtendría unos resultados similares a los del 2015, con una ligera tendencia al alza, gracias sobre todo a los votos que le vienen de la CUP, que le permiten compensar algunos que pierde hacia su socio de gobierno, el PSC, que también mejora ligeramente sus registros. El PP y Ciutadans mantienen resultados, mientras que la CUP retrocede y se acerca al umbral del 5% que, de no lograrlo, podría dejarla sin representación.

FALTA DE COHESIÓN

En cualquier caso, se constata una notable falta de cohesión dentro de los diferentes electorados. En todos ellos hay niveles significativos de indefinición y/o cambios de voto. Ninguno de los líderes políticos municipales consigue ir mucho más allá del aprobado ni convencer más allá de sus propios votantes. Tampoco Colau, que tiene la ciudadanía dividida prácticamente por la mitad cuando se pregunta si está siendo o no una buena alcaldesa. Esta polarización también se pone de manifiesto cuando se pide por la gestión municipal, la evolución de la ciudad o las expectativas de futuro para la misma, entre otros indicadores.

De todo ello se desprende una cierta controversia en la opinión pública sobre cómo van las cosas, controversia que a nivel político se traduce en la dificultad para construir una coalición suficientemente sólida para garantizar la estabilidad del gobierno. A la mitad de su mandato las valoraciones de Colau y su gobierno son similares a la de sus predecesores, lo que indica que no logran dotarse de suficiente entidad para abstraer la política municipal de los vaivenes generales de la política catalana y española.