Al contrataque

Ebullición

Estamos tan mal que mejorar un poco no debería ser muy difícil. Que siga el debate ciudadano y encuentre su camino más exigente y responsable

MANEL FUENTES

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Conversar siempre es estimulante. Me encontré con un antiguo tertuliano de mi época de radio en Barcelona y comentamos las inversiones del Ministerio de Fomento en el proyecto de Presupuestos del 2015. Él, con ejemplos concretos, hablaba de cómo la arbitrariedad y el poco criterio económico de siempre volvían a aparecer en nuestros papeles oficiales, con incongruencias tan clamorosas como el escaso presupuesto para el corredor mediterráneo (y más cuando nos dijeron que era prioritario para España) o la escasa inversión en Catalunya pese a su peso en el PIB español, o con las consecuencias nefastas para nuestros bolsillos derivadas del caso Castor. ¿Se acuerdan, no? Proyecto de almacén de gas frente a las costas de Castellón que el Gobierno encargó, validó y luego canceló, y ahora debemos pagar nosotros 1.400 millones de euros a la compañía de Florentino Pérez. Y nadie de los gobiernos del PSOE y del PP que lo auspiciaron ha asumido ninguna responsabilidad.

Esperanza en el debate

También hablamos de la cuestión catalana y de las gesticulaciones de unos y otros. Del poco liderazgo de la política y demás motivos para la depresión. Pero entonces en nuestra charla apareció la esperanza. Vimos que, pese a todo, la sociedad está en ebullición. En permanente debate con una cierta profundidad sobre costes y beneficios. Sobre servicios públicos a garantizar o sobre cómo organizarse socialmente de nuevo. Y afortunadamente este nivel de debate pasa más por la calle que por los medios oficiales. Pasa por encima de la propaganda simplista por un  o un no. Cada vez hay más personas que comentan programas como el de Jordi Évole o que quieren dar un paso más allá de la indignación. Los costes imposibles del AVE, las tarjetas de crédito inmorales de los directivos de Caja Madrid, los millones de euros que nuestro Gobierno ha dado a grandes empresas y que ahora Bruselas dice que nos tienen que devolver, Bárcenas, Pujol, Millet, las agencias de calificación de riesgos que vuelven a la carga o Catalunya Caixa ya hace tiempo que forman parte del debate ciudadano. Pero ahora, además, hay quien habla de economía colaborativa, de aforados y de cuál debe ser la dimensión de la empresa pública. Esperemos que no decaiga y que atinemos a marcar nuestras líneas maestras de convivencia, que sin duda habrá que cambiar ante el impasse económico, político y moral en el que estamos. Sin populismos ni trincheras insalvables. Sin miedos y sin prisas. Sin simplismos ni superficialidades. Si abrimos de nuevo el melón es posible que tengamos una oportunidad de desenquistarnos de algunos de los listos que han secuestrado nuestros mecanismos de progreso y justicia social. Estamos tan mal que mejorar un poco no debería ser muy difícil. Que siga el debate ciudadano y encuentre su camino más exigente y responsable.