Geometría variable

Duran y la centralidad de CiU

JOAN TAPIA

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El mal humor de Josep Antoni Duran Lleida tras enterarse el viernes por un tuit del relevo del diplomático Joan Prat como embajador ante la Unión Europea, propuesto por el propio Duran la pasada legislatura, es solo un episodio del progresivo desapego entre CDC y UDC.

Cuando hace poco Duran declaró a este diario que «CiU pierde centralidad política» y fue reprendido altaneramente por Josep Rull, secretario de máquinas de Convergència, ya estuvo todo dicho. Duran cree que CDC se equivoca al abandonar el catalanismo pragmático de la etapa Pujol y sustituirlo por la dogmática soberanista. Y no le falta razón sobre la centralidad. Artur Mas, con 62 diputados, era casi el rey del mambo, pero decidió disolver el Parlament, disfrazado de Moisés y con un discurso de liberación nacional (tras la mani del 11-S) para obtener una «mayoría excepcional», absoluta por supuesto. Perdió 12 diputados. Y los últimos sondeos -de EL PERIÓDICO y del oficialista Centre d'Estudis d'Opinió- dicen que ahora perdería otros 10. Rull afirma que no se pierde centralidad ya que la mayoría de los votos (no todos) se van a ERC, más radical. Pero Duran hi toca. CiU es desde 1980 tanto el partido que encarna el catalanismo como -en pugna con el PSC- el primer partido del país. Y cuando el partido emblemático del catalanismo posibilista -el peix al cove- asume el maximalismo -España nos roba y el remedio es la independencia- muchos electores calientes (y hay motivos) emigran a ofertas radicales. Y otros, más moderados, se asustan. Eso es perder centralidad.

Otro motivo de desapego es el pacto con ERC. Unió sabe que quizás Mas no tenía otra opción (ha roto puentes con el PP y el PSC no está para salvarle), pero cree que ese pacto ha forzado la consulta en un horizonte muy próximo (2014), lo que casi imposibilita cualquier acuerdo razonable con Madrid como, por ejemplo, el objetivo de déficit del 2013, lo que va a provocar que Andreu Mas-Colell no pueda presentar el presupuesto hasta mayo. Mariano Rajoy y Mas no dialogan porque priorizan -en sentido contrario- el derecho a decidir... y mientras, la casa sin barrer. Y el nuevo Ejecutivo de Mas no tiene empuje suficiente y está lastrado por batallas intestinas. En CDC se ha abierto la batalla sucesoria porque corre el rumor de que el president no se volverá a presentar. Oriol Pujol, secretario general e hijo del fundador, estaba predestinado, pero han surgido las ITV... ¿Quiere Francesc Homs, un eficiente portavoz pero el ideólogo del independentismo, ser candidato? En ese caso -aunque Lluís Recoder ha tirado la toalla- habrá otras opciones. Y si Mas renuncia, Duran puede ver su oportunidad final.

El democristiano no quiere romper. Cree que un grupo catalanista fuerte es imprescindible para defender los intereses catalanes en Madrid y que si CiU se rompe, el catalanismo sufrirá. Pero ha marcado dos líneas rojas. La primera es la consulta ilegal. Por eso salta de alegría con la moción del PSC que pide negociar la consulta. La segunda es la de unas elecciones anticipadas y plebiscitarias con una candidatura soberanista conjunta con ERC. La relación con su aliado vital -sin Unió, CDC perdería la mayoría en el Parlament aunque ERC la apoyara- es una de las ecuaciones del endiablado sudoku de Mas tras el fracaso del 25-N.