OPINIÓN

El día en que Rajoy se disfrazó de Mariano

JESÚS RIVASÉS

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The Economist, la Biblia semanal del liberalismo, versión 'city' londinense, que nunca ha sido muy proespañola, advierte que «la recuperación económica de Rajoy ha llegado demasiado tarde para salvar a su partido en las elecciones autonómicas y municipales». Los británicos del semanario admiten y aplauden los éxitos económicos del Gobierno, pero les parecen escasos, sobre todo en el terreno del empleo, a pesar incluso de la reforma laboral y le pronostican un «futuro incierto».

Eugeni D'Ors, el de la Oceanografía del tedio entre tantas otras obras - en catalán y en castellano-, decía en los años veinte y cuarenta del siglo pasado, cuando vivía en la capital de España, que «en Madrid, a las siete de la tarde, das una conferencia o te la dan». «Muchos años después», como principia García Márquez sus Cien años de soledad, entrado el siglo XXI, en Madrid, las conferencias se han convertido en desayunos, que es donde se ventila -de 9 a 10- buena parte de la actividad política, sobre todo en periodos preelectorales. Todos los días los políticos -y a veces empresarios, banqueros e incluso sindicalistas, si es que quedan-, son los protagonistas de los «desayunos informativos», cuyo objetivo es llamar la atención, convertirse en el centro de atención política del día y que sus votantes se fijen en ellos.

Ayer, Rajoy actuó en el Foro de Europa Press, en el hotel Villamagna, uno de los espacios clásicos de la liturgia de esos desayunos, en el Paseo de la Castellana, no muy lejos, del Bernabéu. El presidente reunió casi tantos ministros -ocho, más la vicepresidenta Sáenz de Santamaría- como en un Consejo de Ministros y también empresarios y banqueros como Ángel Ron (Popular), Florentino Pérez (ACS), Borja Prado (Endesa), Fernando Abril Martorell (Indra) o Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola). César Alierta (Telefónica) tuvo que cancelar su asistencia en el último momento y tampoco faltaron presidentes de CCAA como Luisa Fernanda Rudi y Esperanza Aguirre, la candidata a la alcaldía de Madrid y muchos notables y menos notables del PP.

El presidente, tras tres años en la Moncloa, está de precampaña y quiere recuperar el tiempo perdido. Se muestra confiado, pero como veterano político, ni él mismo sabe si tendrá tiempo. El líder del PP lo apostó todo, desde el minuto uno de la legislatura, a la economía y mantiene el envite. «La economía es a los países lo que la salud a las personas», afirma mientras defiende orgulloso sus éxitos -que lo son- económicos y anuncia una subida del PIB del 2,9% este año y la creación de empleo, tan espectacular como todavía insuficiente. Sabe que la economía no lo es todo, pero es su baza y quiere jugarla hasta el final. Frente al «cambio sensato» -el lema de Ciudadanos- que es el que le preocupa, reivindica la «política segura», la suya. Francisco Umbral contaba que las marquesas de la época le organizaban conferencias a Eugeni D'Ors porque siempre se disfrazaba del mismo tema de la disertación. Si hablaba de Goethe, se vestía como Goethe. Ayer, en el desayuno-conferencia, Rajoy, fiel a sí mismo y seguro de sus posibilidades, se disfrazó de Mariano.