OPINIÓN

El día que Mafo y Guindos no se hablaron en un avión

JESÚS RIVASÉS

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Invierno de 2012. El PP acaba de llegar al poder y Luis de Guindos es el ministro de Economía. Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Mafo para casi todos aunque a él le repatea que lo identifiquen así), lleva cinco años y medio como Gobernador del Banco de España, nombrado por el Gobierno de Zapatero, que también rompió el histórico consenso PSOE-PP para pactar el número uno y el dos –subgobernador- de la institución.

Luis de Guindos y Mafo, dos personajes que no sintonizan, coinciden  ese invierno en Bruselas en una reunión del Ecofin. España está en el punto de mira, pero todavía no ha estallado el caso Bankia y el Gobierno intenta evitar la intervención total del país, que era lo que algunos banqueros –Emilio Botín incluido- le pedían al ministro de Economía, aunque apostillaban que apoyarían lo que decidiera el responsable de la economía española. Al final de la reunión -difícil- en Bruselas, avanzada la tarde, Guindos le ofrece a MAFO sitio en el avión oficial de la delegación española para volver a Madrid. El Gobernador del Banco de España acepta el ofrecimiento con naturalidad. Una vez en el aparato, Guindos y Mafo –prácticamente no viajaba nadie más- eligieron asientos lo más separados posible y se pusieron a dormir o fingieron que dormían. Ni una palabra en todo el trayecto y, al llegar a Madrid, un frío adiós, nada más.

Invierno de 2016. Mafo, cuatro años después, publica un libro autojustificativo de su etapa al frente del Banco de España, que no es más que un ajuste de cuentas con casi todos, pero especialmente con Luis de Guindos, por el rescate financiero a las antiguas cajas de ahorros. Mafo elude, sin embargo, que tanto él como el Banco de España que dirigía, no pudieron, no supieron o no quisieron ver a tiempo los problemas de las cajas y que, cuando lo hicieron, el resultado fue, por ejemplo, la creación de una entidad como Bankia, cuya salida a bolsa apoyaron sin reservas. Es cierto que el Gobierno de Zapatero, a quien se debía, no quería ni oír hablar de líos en las cajas, pero en el sueldo del gobernador –como sabe el buen economista que es Mafo, cuyo gran error fue tratar de evitar problemas a quién le nombró- también figura hacer de 'Pepito Grillo' del Gobierno de turno y hay muchos precedentes.

Mafo, el hombre que quiso ser ministro y siempre se quedó con la miel en los labios, salió del Banco de España por la puerta de atrás y ahora sus mejores reflexiones -algunas muy acertadas- se pierden en un ajuste de cuentas que se volverá conbtra él. Casi al mismo tiempo, Luis de Guindos ultima su despedida del Ministerio de Economía con un balance positivo: el producto interior bruto (PIB) crece al 3,2%, la prima de riesgo está contenida, hay superávit del 1% de la balanza por cuenta corriente y un descenso del paro de 678.000 personas en el 2015. El mérito no es solo suyo, es del Gobierno en conjunto, pero él estaba ahí. Dos hombres que no se hablaron en un avión y dos balances personales muy diferentes.