Análisis

El día del libro, no del lector

LLUCIA RAMIS

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Está la lista de la compra, la de los buenos propósitos, la de las veinte cosas que debes hacer antes de morir y la de los hábitos saludables que te ayudarán a ser feliz. En clase, pasaban lista, normalmente por orden alfabético. Pero no siempre es fácil seguir un criterio. ¿Cómo se decide quiénes son los actores más sexis, por ejemplo, o cuáles son las mejores canciones de la historia? ¿Quién marca el orden? Están las listas de los países a los que has viajado, los pisos en los que has vivido o los amantes que tuviste antes de casarte (y los que has tenido desde entonces). Dependiendo de tu actividad en estos casos, a la hora de hacerlas, la memoria adquiere un papel fundamental.

Existen listas de escritores menores de 40 años que han publicado una novela ambientada en Barcelona, listas de escritoras mayores de 60 no influenciadas por Mercè Rodoreda y listas de novísimos nuevos clásicos canónicos. Como en cualquier selección, muchos se quedan fuera porque alguien decidió que no formaban parte de ella o simplemente se les pasó.

Estas listas, por cierto, solo interesan a los propios escritores, que intentan entender por qué se hizo esa clasificación determinada y no otra; cuando la clasificación, de hecho, era la excusa para reunir a varios autores que lo único que tienen en común es que escriben.

Las listas ofrecen un esquema, facilitan titulares y conclusiones, reducen, delimitan, etiquetan, representan, sitúan a unos por encima de los demás, pontifican. De todas las particularidades que implica hacer una lista, la de los libros más vendidos en Sant Jordi parece fácil. Al fin y al cabo, solo es un recuento. ¿Cuáles han sido los diez títulos más solicitados? Consultas el dato y ya. Pero, como siempre que se intenta hablar de las letras a través de las cifras, empiezan los problemas.

Atrás quedó la polémica sobre los denominados mediáticos, una categoría ya desfasada. Este año la cuestión radica en mirar cuántos libros se vendieron antes del 22 de abril para que la lista sea representativa, y en estudiar si debería prevalecer la cifra de las librerías pequeñas por encima de la de los grandes almacenes. La venta en los tenderetes no estará informatizada hasta dentro de unos días y eso complica aún más el recuento real. En su crónica, Ernest Alós da más detalles sobre esta ecuación imposible.

En cualquier caso, el ránking parece poco científico. Lo que no le quita repercusión alguna. La lista de los más vendidos será la gran noticia de mañana, determinará quiénes han sido los ganadores por aclamación popular, estimulará algunas ventas más.

Porque si bien es cierto que hoy es el día dedicado al libro, también lo es que eso no lo convierte en el día del escritor. Tampoco en el día del lector habitual, que compra novelas, ensayos y poemarios sea Sant Jordi o no, al margen de las listas. Y que probablemente, a estas alturas, habrá leído ya el primer libro del ránking. O, en caso contrario, es que no tiene ni la más mínima intención.