Editoriales

La UE desoye a Rajoy

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Pocas horas después de haber firmado con otros 24 jefes de Gobierno de la Unión Europea un compromiso de endurecimiento del rigor presupuestario, y sin haber informado antes a sus colegas, Mariano Rajoy comunicó ayer en una rueda de prensa que el objetivo de déficit público español para este año será del 5,8%, no del 4,4% como estaba acordado. Mantiene el compromiso de acabar en el 3% en el 2013, pero aduce que las circunstancias hacen imposible que en el 2012 baje hasta el 4,4%.

La noticia causó un gran impacto en Bruselas, donde la dio a conocer el presidente español tras participar en el Consejo Europeo después de que algunos dirigentes políticos, como el primer ministro finlandés, e incluso el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, hubieran rechazado de forma contundente esta actitud dilatoria. En apoyo de su pretensión, Rajoy apeló a la soberanía nacional para establecer su propio calendario anual hasta llegar al 3%.

La estrategia de Madrid sembró el desconcierto en los círculos comunitarios, donde se mantiene la política de ortodoxia, marcada por Alemania, de anteponer la reducción del déficit a cualquier otra consideración, aun a riesgo de agudizar la atonía de la actividad económica. Las voces que claman por una relajación de los objetivos de déficit para insuflar oxígeno a la economía y que vuelva a la senda del crecimiento no han hallado, de momento, eco en las autoridades europeas.

Rajoy lleva más de dos meses pretendiendo ganar tiempo para amortiguar el impacto de las nuevas medidas de ajuste. Pero Europa no está dispuesta a dárselo, entre otras razones porque sabe que uno de los motivos de esa dilación es tan partidista como no poner en riesgo la victoria del PP en las elecciones andaluzas del 25 de marzo. Cuanto más tarde el Gobierno en afrontar la realidad, más difícil le será mejorarla. En Bruselas hay coincidencia en que el Ejecutivo del PP debe informar más y mejor, que debe presentar los presupuestos del 2012 lo antes posible y que el rigor es intocable. La Comisión no decidirá hasta junio, y de aquí a entonces Rajoy deberá haber hecho los deberes, so pena de volver a salir trasquilado: quiso dar un órdago pero al final le ha salido una jugada de farol.