El turno

Cuanto más contaminas, más pagas

MARÇAL SINTES

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El culebrón sobre los 80 kilómetros por hora (no tendría que resultar tan difícil que el Gobierno de CiU explicara qué hará de manera comprensible), sumado al persistente anticiclón, que concentra la contaminación en las calles y plazas de nuestras ciudades, ha desatado el debate sobre la calidad del aire que respiramos. Un debate que el director del Servei Meteorològic de Catalunya, nombrado en su momento por el tripartito (él es de EUiA), ha aprovechado para arremeter virulentamente contra CiU en un artículo en este diario, y dejar el cargo con muy poca profesionalidad y elegancia.

Pero también se han producido iniciativas en clave constructiva. Han surgido ideas de diferente naturaleza que pueden ser útiles. Por ejemplo: la propuesta para reducir la circulación de vehículos privados en las grandes capitales, propuesta que, con todo, requiere inversiones que imagino que ahora no se pueden afrontar. Otro tipo de propuestas son las que se centran en grabar -por ejemplo, a través del impuesto de circulación- aquellos vehículos que más polución causan. Tener coches (u otros vehículos) que contaminan mucho tiene que salir caro. Sencillo y entendible para todo el mundo. ¿Por qué sus propietarios tienen que pagar más? Pues porque están generando lo que los economistas llaman unaexternalidad negativa(perjudican al resto de ciudadanos) mayor que los demás.

En este caso, tocar el bolsillo tiene dos efectos positivos muy apreciables (siempre que se toque lo suficiente). El primero, el pedagógico, por llamarlo de algún modo: cuando hagan números, los compradores se lo pensarán dos veces antes de quedarse un vehículo contaminante. El segundo efecto es parecido, pero tiene que ver con la oferta: la industria, al darse cuenta de que bajan las ventas de modelos contaminantes, se verá impulsada a invertir de verdad en la producción y comercialización de automóviles más respetuosos con la atmósfera.