Gente corriente

«Cuando creo en una causa no le tengo miedo a nada»

Emprendedora. María Barranco cuenta luces y sombras de su proyecto para ayudar a mujeres del textil en paro.

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POR
Gemma
Tramullas

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A mediados del 2012 dejó su puesto de gerente en una gran empresa y se instaló por su cuenta en Barcelona. Desde entonces María Barranco (Granada, 1965) trabaja en su propia empresa de formación durante el día, al caer el sol se dedica a tomar medidas y a probar ropa a mujeres en su 'showroom' del Eixample y por la noche reparte cajas de naranjas ecológicas a domicilio.

-¡Menudo ritmo! Yo soy la primera sorprendida de mí misma. En realidad siempre fui un ratón de biblioteca, superintrovertida y tranquila, nada amiga de 'saraos'. Pero cuando creo en una causa no le tengo miedo a nada y sale una María que yo desconocía.

-Su primer sarao se llama Olemisfaldas. A finales de los años 90 cerraron muchas fábricas textiles en Catalunya y me puse a investigar el perfil de los trabajadores que se quedaban en paro. Eran casi todas mujeres entre 50 y 60 años que habían dedicado sus mejores años a la empresa y de pronto estaban en la calle y nadie las valoraba.

-A esa edad las mujeres parecen invisibles. Años después se me ocurrió que podía juntar la experiencia de aquellas mujeres con el empuje de jóvenes muy formadas que no hallaban empleo y en el 2011 nació Olemisfaldas [www.olemisfaldas.com], una plataforma de venta de ropa por internet. Las mayores se dedicarían a coser y podrían cotizar para jubilarse y las jóvenes tendrían su primera oportunidad laboral llevando la web.

-¿Qué sabía usted de moda? Con 13 años yo ya medía 1,83 metros de altura y tenía que hacerme la ropa a medida porque no había nada que me quedara bien. Pero más allá de que la moda me gustaba no sabía nada, lo que quería era ayudar a esas mujeres. Con el tiempo conocí a profesionales con carrera y buenos puestos de trabajo que tenían muchos complejos físicos porque no encajaban con los cánones de belleza establecidos. ¿Cómo era posible?

-Ahí le fueron útiles sus estudios de trabajo social y psicología. Quería que la marca reflejara a mujeres reales que se sienten bien con ellas mismas, seguras, atractivas y alegres. Por eso convertí Olemisfaldas en un espacio donde las mujeres pudieran participar en el diseño de su ropa, que se la probaran, propusieran cambios, desfilaran con ella y pasaran un rato agradable. Aunque es ropa hecha a medida el precio es muy razonable porque el objetivo es dar trabajo al taller.

-¿Cuál es su segundo saraoLlegué a ser gerente de un gran centro de formación para empresas y parados, pero lo dejé en el 2012. Había montado Olemisfaldas para ayudar a otras mujeres, pero al final me ayudó a mí a tomar la decisión de establecerme por mi cuenta y montar una empresa de formación pequeña, con un servicio a medida y muy cuidado.

-¿Y el tercero? Las naranjas del valle de Lecrín. Yo nací en el valle de Lecrín, una zona verde y frondosa en la provincia de Granada con grandes extensiones de naranjos que dan una fruta buenísima. Mi familia tiene fincas que producen 20.000 kilos de naranjas, pero como allí no se valoran corríamos el riesgo de perderlas. Por eso le propuse a mi hermana que adaptara las fincas al cultivo ecológico y yo buscaría salida a las naranjas en Barcelona. Sería capaz de cualquier cosa con tal de no perder mis raíces.

-Tantos proyectos, ¿funcionan? La mayoría de proyectos se crean porque uno desea poner en práctica lo que sabe, para contribuir a un mundo mejor o por razones emocionales. ¡Yo tengo uno de cada! A nivel humano es mucho más satisfactorio, pero a nivel económico es más difícil. Olemisfaldas no termina de despegar porque no tengo dinero para invertir en imagen y promoción, pero cuando crees en algo cuesta mucho dejarlo caer.