El tablero político español

El creciente protagonismo de Compromís

Por primera vez en su historia el valencianismo ha dejado de ser una fuerza testimonial y subordinada y aspira a ser protagonista en España

ilustracion  de leonard beard

ilustracion de leonard beard / periodico

ASTRID BARRIO

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Una de las principales singularidades del sistema político en España ha sido la presencia constante de partidos de ámbito no estatal,  a los que habitualmente conocemos como partidos nacionalistas. Se daba la circunstancia además de que hasta el 2015 estos partidos habían sido siempre los encargados de garantizar la gobernabilidad cuando el primer partido no disponía de mayoría absoluta. El principal exponente de esta conducta fue CiU que colaboró indistintamente con UCD, PSOE y PP,  seguida del PNV y CC que lo han hecho con socialistas y populares mientras que  los partidos nacionalistas de izquierdas como la CHA,  el BNG o  ERC solo apoyaron a Zapatero en su primera investidura. 

Esta costumbre  de que los partidos nacionalistas facilitasen la investidura se perdió en el 2015, pero no tanto porque esos partidos hubiesen dejado de ser relevantes sino porque las alianzas se complicaban. En primer lugar porque donde antes había un partido estatal ahora había dos, razón por la cual había más posibilidades de vetos cruzados como así sucedió. Y en segundo término  porque el partido más dado a colaborar, CiU,  había desparecido y su sucesor enfrascado en la aventura independentista, era muy poco proclive al pacto.

AUTONOMÍA Y PERFIL 

Y fue precisamente en ese contexto de cambio que empezó a emerger Compromís, una coalición valencianista formada por el Bloc Nacionalista Valencià e Iniciativa del Poble Valencià la cual, pese a haber concurrido a las elecciones con Podemos, reclamaba autonomía y un perfil diferenciado. Primero solicitando la constitución de un grupo parlamentario propio, algo a lo que Podemos se había comprometido. Y más tarde, proponiendo un acuerdo de mínimos entre PSOE y Podemos que permitiese evitar la celebración de nuevas elecciones. Y a pesar de que la iniciativa no llegó a prosperar Compromís parecía dispuesta a recoger el testigo del pactismo que ahora ya no solo era catalán sino ya levantino.  Un papel, al que por el momento y en ausencia de competidores -con permiso del PNV y de CC- no parece dispuesta a renunciar. No en vano recientemente ha propuesto a Podemos que <strong>retrase su moción</strong> de censura para dar tiempo al PSOE a definir su posición una vez celebrado el congreso federal, algo que no debe extrañar si se tiene en cuenta que socialistas y Compromís son socios de gobierno en la Comunidad Valenciana.

Por primera vez en su historia el valencianismo ha dejado de ser una fuerza testimonial y subordinada, como lo fuera la Unió Valenciana, la representante del valencianismo de raíz 'blaverista' que apoyó al PP en 1995 para hacerse con el gobierno en la Comunidad Valenciana y que acabó siendo prácticamente fagocitada por él.  Ahora el valencianismo, en este caso de tercera vía, es  partido de gobierno en su comunidad, gobierna la ciudad de València y aspira a ser protagonista en España. Un objetivo que, dada la actual aritmética y la inhibición de los nacionalistas catalanes, tiene a su alcance.