IDEAS

Tomar la palabra

La escritora Chimamanda Ngozi Adichie, en Barcelona.

La escritora Chimamanda Ngozi Adichie, en Barcelona. / periodico

Jordi Puntí

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El miércoles estuve en el CCCB para ver a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi AdichieCCCB Chimamanda Ngozi Adichie, en conversación con la periodista Anna Guitart. En pleno clima convulso, justo después de tres días de violencia policial, manifestaciones y una huelga general, cerca de 700 personas se reunieron para oír sus reflexiones sobre el feminismo, la realidad de los africanos que emigran hoy en día en Estados Unidos, el racismo, etcétera. Además, era fascinante ver la mezcla de gente que se había reunido en el centro de cultura. La comunidad cultural africana de Barcelona, más el feminismo militante, más los lectores interesados en una narrativa tan personal como colorida, daban al acto un aire cosmopolita. La vida en otras calles lejanas nos hablaba también de lo que ocurre en las de aquí.

Esa misma noche, en el instituto Goethe, estaba prevista una conversación alrededor de 'Kruso', la novela de Lutz Seiler (Anagrama / Club Editor), con la presencia de la crítica Cecilia Dreymüller y el traductor Joan Ferrarons. Unas horas antes, la editora Maria Bohigas animaba a todos a convertir la charla en un debate sobre la libertad, en “un encuentro para tomar vosotros la palabra”, y me cuentan que fue todo un éxito.

La cultura debería servir para reflexionar, para entrenarnos en el diálogo y la conversación

Estos días nos cuesta conciliar la vida privada con los hechos políticos que vivimos. Muchos amigos me dicen que pasan angustia, duermen mal y todo el día están pendientes de las noticias. De repente parece que las otras cosas queden fuera del radio de acción política, y sin embargo debería ser al revés, como demuestran los dos actos que comentaba más arriba.

Estos días también se han cancelado o retrasado varias presentaciones, sin causa aparente, solo por culpa “de la situación actual”, ese eufemismo. Lo cierto, sin embargo, es que la cultura debería servir para reflexionar, para entrenarnos en el diálogo y la conversación, aunque sea sobre otras cuestiones. Dentro de unos días, el 15 de octubre, se celebra la entrega del premio Planeta en Barcelona, que tradicionalmente reúne alrededor una cena a las clases política y cultural, catalana y española. ¿Qué ocurrirá? Ahora mismo, ni el fabulador más brillante se lo puede imaginar.