Cólera en Yemen

Una guerra que lucra a Occidente hace que cada 10 minutos muera un niño en ese país por hambre o cólera

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RAFAEL VILASANJUAN

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El problema de los conflictos olvidados es que el silencio que les rodea siempre es criminal. A la sombra de Siria<strong>Yemen </strong>es tal vez el mejor ejemplo de una guerra que lleva ya dos años sin que nos alcance el sufrimiento de sus habitantes. Perdidos en una esquina de la península arábiga, frente a las costas de Somalia, solo la alarma de una epidemia de cólera vuelve a situar al país en el mapa y el sufrimiento de su población en la agenda global.

A la hora en que todas las voces emergen para llamar a paliar las consecuencias de una epidemia mortal que se puede llevar mas gente incluso que las bombas, habría que recordar que esta epidemia ni es casual, ni es un mal apocalíptico, fruto de la ira de los dioses. El cólera en Yemen es una catástrofe humana consecuencia de una guerra que pasa ante el silencio de casi todos para que muchos puedan seguir obteniendo beneficios.

¿Qué sabemos de Yemen? Que los rebeldes, apoyados por Irán, han derrocado un gobierno apoyado por Arabia Saudí. Unos y otros llevan a cabo ataques contra la población civil, embistiendo indiscriminadamente mercados, escuelas y hospitales.

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Mientras los rebeldes controlan buena parte del país, incluida la capital, los bombardeos sistemáticos de la aviación saudí han destrozado mas de 60 hospitales, dejando un sistema de salud incapaz de atender a una población asediada y malnutrida, donde el cólera y el hambre amenazan con esquilmar aún más que la violencia.

El argumento de Arabia Saudí de continuar la guerra para sentar a los rebeldes en la mesa de negociación es insostenible. Si el conflicto ha causado ya mas de 10.000 muertes, ahora el cólera y el hambre se llevan la vida de un niño cada diez minutos ¿Qué se puede hacer? Parar esta catástrofe humanitaria no va a resultar fácil. Arabia Saudí ha prometido una ayuda de 60 millones para paliar los efectos del cólera ¿No sería mejor que pararan sus ataques?

Mientras Yemen lleva sufriendo la falta de agua y alimentos, los bombardeos sistemáticos no cesan ni en lo peor de la crisis humanitaria y siguen destruyendo puertos por donde debería entrar la ayuda. Una catástrofe humana alimentada por el inmenso y lucrativo negocio de las armas. No hace falta preguntarnos quién está detrás, basta recordar que el primer viaje del presidente Trump al extranjero, hace solo un mes fue precisamente a Arabia Saudí. No fue para establecer puentes en una zona del mundo especialmente caliente, ni relaciones con una comunidad islámica a la que detesta en su país. Siguiendo el rastro de los británicos de Teresa May, que ya habían vendido un arsenal a los príncipes saudís, fue a endosarles 100.000 millones de dólares en material militar 'made in USA', entre ellos aviones como los que ahora bombardean indiscriminadamente Yemen. Trump salió de Arabia diciendo que este contrato significaba miles de puestos de trabajo para los americanos. Desgraciadamente no tantos como las vidas que a su costa ya se está llevando en silencio la guerra y el cólera en Yemen.