Al contrataque

Catalunya es Crimea

ERNEST FOLCH

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La prueba científica de que Catalunya será independiente más temprano que tarde es que del proceso catalán se ocupa ya en exclusiva el ministro de Asuntos Exteriores. Este Margallo hiperactivo que hace informes, rebate encuestas, polemiza día sí y día también sobre la última noticia relacionada con la consulta se ha convertido sin saberlo en el gran aliado del independentismo para internacionalizar y dar a conocer en todo el mundo lo que él mismo niega: el soberanismo catalán.

Es difícil dilucidar cuál de las contribuciones de Margallo va a ser más decisiva si tenemos en cuenta que puso el listón a una altura casi insuperable con aquel informe satírico en el que se contaba que Jaume I luchaba ya en el siglo XIII por la unidad de España. Hay que reconocer que a sus creativos conocimientos históricos le suma una dosis cómica de mala suerte: hace unos días, en el preciso momento en que volvía a cantar la tonadilla recurrente de «el soberanismo ahuyenta las inversiones y crea inestabilidad económica», se hicieron públicos los multimillonarios desembarcos de Amazon, Ferrari y H&M en Catalunya, que van a desestabilizarnos con miles de puestos de trabajo, en la enésima demostración de que sus divertidas teorías nunca encuentran una mínima correspondencia con la tozuda realidad.

Pero cuando parecía que ya no podía superarse, Margallo se ha sacado de la chistera su último gran conejo: ahora nos dice que sí, que hay «un paralelismo absoluto» entre la consulta catalana y el referendo de Crimea. El mismo ministerio que negaba todas las comparaciones entre Catalunya y Escocia, que se ha hartado de decir que no hay nada en el ámbito internacional que pueda servir de referente para la situación catalana actual, de repente ha visto la luz de la sacrosanta unidad patria en el mar Negro, que como sabe todo el mundo es tan parecido al nuestro, y ha llegado a la conclusión de que, efectivamente, Catalunya es Crimea.

El colmo de la desgracia

El paralelismo absoluto debe de estar basado en estas fuerzas paramilitares que se pasean a diario por Barcelona sin ningún distintivo, o quizá en unos enterrados oleoductos que pasan por debajo del Fossar de les Moreres sin que todavía nos hayamos enterado. Pero no se rían todavía, porque, en el colmo de la desgracia margalliana, lo que empezó siendo un chiste tal vez acaba siendo realidad: Crimea ha sido anexionada a Rusia sin más contemplaciones y ha consumado su proceso exprés de independencia de Ucrania. Hecho que demuestra que, efectivamente, el paralelismo entre Simferópol y Barcelona tiene visos de empezar a ser realidad. Y es que al final resultará que Margallo tenía razón: Catalunya es Crimea. Es decir, que Ucrania es España. Este ministro que parece un humorista es en realidad un genio visionario. Ah, y por supuesto, independentista.