DOS MIRADAS

En la calle

EMMA RIVEROLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ser víctima de ETA en el País Vasco significó, durante décadas, mucho más que sufrir una ausencia o una mutilación, fue soportar pintadas en los muros de casa, insultos por la calle, acoso, amenazas y una lacerante y humillante soledad. La víctima estaba marcada por el estigma de una muerte que, en el delirio terrorista, la señalaba como culpable. En los encuentros restaurativos que se han llevado a cabo entre víctimas y exmiembros de ETA, unos y otros han podido compartir su sufrimiento. También los presos arrepentidos saben lo que es el dolor. No solo por el enorme peso de la culpa y la vergüenza, sino también por todo lo que ha representado abandonar la organización. El rechazo de su entorno, pasar de héroes a traidores, dejar de recibir asistencia letrada y ayudas para su familia. Y, lo peor, aceptar en la soledad de su celda que su vida ha sido un inmenso y funesto error.

Pero con la liquidación de la doctrina Parot muchos de los presos que quedarán en libertad no han mostrado arrepentimiento por sus crímenes. En la calle, son sus miradas las que se cruzarán con las de las víctimas. Era evidente que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declararía ilegal aplazar la excarcelación de los presos. Pero el Gobierno, ayudado por la caverna mediática, en vez de trabajar para rebajar la tensión del momento ha convertido el fallo de Estrasburgo en una victoria de ETA. Flaco favor a la reconciliación.