Bye, bye, Miss American Pie

RAMÓN DE ESPAÑA

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Una gran canción aguanta lo que le echen. Space oddity, de David Bowie, sobrevivió incluso al peculiar homenaje de los Hermanos Calatrava. My way, popularizada por Sinatra, hasta se revitalizó en la versión demencial de Sid Vicious. American Pie, de Don McLean, salió indemne de la relectura criminal que le aplicó Madonna, básicamente por su fidelidad -pocas ganas de complicarse la vida- y por lo anodino del chunda-chunda supuestamente rejuvenecedor. Mención aparte merecerían las versiones que el Príncipe Gitano facturó de Delilah, de Tom Jones, In the ghetto, de Elvis Presley, fascinantes por lo que tienen de extraterrestre, pero quedémonos unos minutos con American Pie, cuyo manuscrito se ha subastado hace poco.

Pese a su estribillo pegadizo, American Pie nunca fue un tema de rápido consumo pop. Fue un éxito, sí, pero el más raro que se había visto hasta entonces. ¿Cuándo había arrasado una canción que era más larga que un día sin pan y ocupaba las dos caras del single? Puede que cuando In a gadda da vida, de Iron Butterfly, pero no me vienen a la cabeza más. American Pie era, prácticamente, una novela disfrazada de canción, así como un himno generacional, un  retrato de país y un homenaje a los mayores (estaba dedicada a Buddy Holly). O sea, era una obra ambiciosa. Tanto que acabó convirtiendo a su autor en eso que llaman un one hit wonder; o sea, uno de esos artistas que siempre son recordados por la misma canción.

Ese ha sido el triste e injusto destino sufrido por el pobre señor McLean, pese a que su obra rebosa de temas excelentes y versiones de quitarse el sombrero: las de Roy Orbison son de traca, por ejemplo. A medio camino entre el folk, el pop y el rock de los pioneros, McLean es una de las rara avis más interesantes de la segunda mitad del siglo XX, pero no forma parte de ningún canon. «Ah, sí, el de American Pie», te suelen comentar cuando sacas el tema todos los que no se tomaron la molestia de seguir su carrera. Hay peores sambenitos que el de American Pie, pero no puede ser más injusto.