La clave

Bosnia y la vergüenza

ALBERT SÁEZ

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Criticamos, con razón, el triste papel que hizo la llamada comunidad internacional en la guerra de Bosnia y en su triste final en los acuerdos de Dayton. Lo de Bosnia no fue exactamente una guerra sino una operación de limpieza étnica a cargo de los serbios, principalmente, y en menor medida, de los croatas. Y el cinismo no fue a cargo de la comunidad internacional sino específicamente de Europa, la UE, y los Estados Unidos. Algunas dimensiones de aquella triste y vergonzosa historia se nos pasan por alto en la memoria.

El germen de ese etnicidio nació en una carpeta mal cerrada -otra-en el orden internacional surgido entre la primera y la segunda guerra mundial. Un estado artificial,  resultado del hundimiento de la Europa de los imperios, que quedó finalmente en la órbita soviética aunque oficialmente era un país no alineado. La férrea mano del mariscal Tito mantuvo el Estado unido pero fue incapaz de crear unos vínculos culturales y afectivos que sobrevivieran a la caída del muro de Berlín. Los militares que le sucedieron acabaron retomando la guerra allí donde había quedado en 1945.

Civilización

Efectivamente Europa y Estados Unidos fueron excesivamente cínicos en Dayton pero tampoco encontraron excesivos aliados alternativos ni en Serbia ni en Croacia. Demasiado a menudo con los pueblos hacemos como con las personas, preferimos criticar por sistema a los poderosos antes que aceptar las responsabilidades de todos, cada uno, evidentemente, en su justa medida. Veinte años después, la situación no es mucho más alentadora. Europa y Estados Unidos siguen ejerciendo un cinismo similar en Siria, en Libia, en Irak, en el Kurdistán, ahora en Eritrea. De una u otra manera casi todos los problemas del mundo vienen de todo tipo de invasiones y colonizaciones. Como escribió el gran Isaiah Berlin el reto es determinar si hay un solo modelo de civilización que deba imponerse ni que sea por la fuerza. Mientras lo discutimos, el drama evitable es que la fuerza de las potencias occidentales se utilice para amparar regímenes poco civilizados como pasó en Bosnia.