tú y yo somos tres
El beso y el chófer del autobús
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Es una opereta, inofensiva y bufa. Todo es fruto de un guion. Y es muy probable que todas las criaturas que participan en ¿Quién quiere casarse con mi hijo? (Cuatro) en realidad hayan sido pescadas y contratadas en humildes grupos de comediantes aficionados. Lo vengo advirtiendo desde el primer día. No obstante, los guionistas ahora están ensayando fórmulas nuevas: junto a las cómicas escenas y rupestres gags de doña Mari Carmen y su hijo Fran, también construyen momentos de gran crueldad. Es el caso del joven pollastre Víctor, que de entre todo el ramillete de gallinitas que tiene a su disposición ya parecía haber elegido a una. Se llama Anisley. Es una muchacha cubana muy hermosa y pícara. Se fueron el otro día al pub-tetería Luz de luna, y allí, después del poleo-menta, se engancharon los dos, hocico contra hocico, y protagonizaron el beso de tornillo más largo de la historia de este programita. Duró el enganche más de dos minutos. Y el bendito Víctor levitaba de satisfacción. ¡Ahh! Pero los guionistas le habían preparado un golpe terrible. Ocurrió luego, cuando se estaba tomando un pulpo a feira con su mamá doña Merche. Le dijo: «Nene, me he enterado que lo que le gusta a Anisley es acostarse con señores cincuentones. Se ha acostado con varios», y el programa tuvo la delicadeza de ponernos unas imágenes de Anisley en un autobús, embobada con el maduro conductor, y diciendo: «¡Ay! Este autobusero me tira!». ¡Ahh! Cómo lloraba el ingenuo Víctor. Qué dolor. Hombre, aunque todo sea comedia, el batacazo fue morrocotudo. Y más aún habiéndose enterado por su madre. Eso todavía fue más duro.
SUÁREZ .- Delicada entrevista la que le ha practicado Mariló Montero (La mañana de la 1, TVE-1) a Fernando Ónega, por de la publicación de su libro sobre Adolfo Suárez (Puedo prometer y prometo). Ónega, con su pausado y elegante estilo, ha contado anécdotas sabrosas del presidente que pasará a la historia como el arquitecto de la Transición. Contó que en Ávila pegaba carteles anunciando los eventos públicos que él impulsaba, y de noche los arrancaba para ir a la policía, denunciarlo, y así ser noticia y salir en los periódicos. «Ya apuntaba maneras de gran comunicador», advertía Ónega. Ha sido una entrevista interesante. Al final, Mariló cogió su mano y le dijo: «Asir tu mano es como tocar la de Suárez». Ahí nos quedamos patidifusos. Creo que Ónega también tuvo un susto.
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