Aznar, jefe de la oposición
El órdago de Aznar achicará el margen de maniobra de Rajoy, pero puede ayudarle a centrar la imagen del PP a fin de engullir a Ciudadanos
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Con su renuncia a la presidencia de honor del PP, José María Aznar aspira a cubrir un espacioJosé María Aznar que el intrincado panorama político español ha dejado descubierto: el de jefe de la oposición. Con un PSOE descabezado, un Podemos bicéfalo y Ciudadanos ideando su penúltima reinvención, Mariano Rajoy carece de un antagonista político con el que medirse. Y quién mejor que aquel que le precedió en el cargo, le dio la alternativa hace ya 13 años y luego ha conspirado para descabagarlo.
Aznar eligió como sucesor a Rajoy por descarte y este lo acabó descartando a él. Las tensiones empezaron tras el batacazo del 2004, cuando las urnas pasaron factura al PP por las mentiras del 11-M y los excesos del aznarato. Pero Rajoy, entonces un 'asesino silencioso' solo en ciernes, aún toleró un tiempo que Aznar teledirigiera en la sombra el partido y orquestara los ataques mediáticos contra su frágil liderazgo. No fue hasta el congreso de Valencia del 2008, tras otro revés electoral, cuando el líder del PP ganó el pulso al expresidente, que pacientemente, pero no en silencio, se atrincheró en la influyente FAES para planear la reconquista. No hay instante de debilidad de Rajoy que su mentor no haya aprovechado para cuestionarlo.
Tanto el reciente divorcio entre la FAES y el PP como el abandono de la presidencia de honor del partido escriben un nuevo capítulo de la tormentosa relación entre ambos líderes conservadores. Aznar concluyó hace mucho que elegir a Rajoy como sucesor había sido un error histórico, y puesto que no ha sido capaz de enmendarlo, se propone impedir al menos que este pilote en solitario su histórica sucesión al frente del PP.
CENTRAR AL PP
El guardián de las esencias de la derecha española ha detectado los puntos débiles de su rival: la pérdida de la mayoría absoluta, que impone pactos y renuncias, y el nuevo enfoque del conflicto catalán, esa 'Operación Diálogo' tan denostada en Catalunya. Se avecina un férreo marcaje que, todo sea dicho, le valdrá a Rajoy como coartada para modular sus cesiones y moldear una apariencia más centrada y centrista del PP, con la vista puesta en engullir a lo que quede de Ciudadanos.
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