Autodestrucción

Pedro Sánchez, en la  rueda de prensa que dio ayer tras la permanente ejecutiva federal en la sede del PSOE.

Pedro Sánchez, en la rueda de prensa que dio ayer tras la permanente ejecutiva federal en la sede del PSOE.

EMMA RIVEROLA

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Este otoño, el votante de izquierdas va a andar implorando un refugio donde guarecerse. Mientras Podemos se debate entre la cara agreste de los pablistas y la más amable de los errejonistas, el PSOE insiste en despeñarse por el abismo de la inutilidad. El pulso de los barones ha pasado a ser un golpe en toda regla. Más allá de la indecencia de Felipe González, de la deslealtad de Susana Díaz y de la última traición de los 17 prófugos, queda la constatación de que el PSC no era el único que tenía dos almas. Aunque quizá en el PSOE se trata más bien del combate entre el alma y el cuerpo. La primera trata de salvaguardar lo que queda de las esencias socialistas (tampoco sabe muy bien cómo) y el segundo… es otra cosa. Bastante más prosaica. Y jacobina. Y sospechosamente complaciente con los poderes fácticos.

¿Estamos ante una escisión del PSOE? Será difícil salir de esta crisis sin descosidos. Más allá de una incuestionable lucha por el poder, hay dos miradas distintas. Respecto al papel de la izquierda y respecto a España. No es casualidad que los socialistas vascos y catalanes se mantengan fieles a Pedro Sánchez. ¿Y los votantes? Es una incógnita, aunque es posible que la mayoría se sienta cómoda con el #NoesNo de Sánchez y el Podemos más abierto de Ínigo Errejón. Curiosamente, los dos son los aparentes perdedores en esta espiral de autodestrucción de la izquierda… Quizá se trataría de crear nuevas sumas.