VIAJE A LA ANTÁRTIDA (6)

Atrapados por la tormenta

La base búlgara enterrada en la nieve

La base búlgara enterrada en la nieve / periodico

ALBERT SOLÉ

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Sabíamos que hasta ahora habíamos tenido mucha (¿demasiada?)suerte con eltiempo. Hemos podido rodar en buenas condiciones y navegar con la zodiac a varios puntos de la islaLivingstone, eso sí, siempre ataviados con los ya entrañables 'teletubbies', una tortura para enfundar, una pesadilla para cualquier estilista, pero una bendición cuando se trata de desembarcar en las playas con medio cuerpo, cuando no cuerpo entero, metido en un agua a temperaturas poco recomendables. Así pues, ataviados de esta guisa hemos ido recorriendo lugares que conforman el paisaje emocional dePepita Castellví, entre ellos la impagable base búlgara, inaugurada en su época y para la que parece no haber pasado el tiempo.

Un pequeño grupo de entusiastas se esfuerzan por mantener elprestigio científico del país a base de mucha entrega y cero presupuesto. Después de presenciar nuestro atropellado desembarco, en planCristobal Colón llegando a catolizar las Américas, con el cámaraHans Hansen luchando por no ser arrastrado por las olas yPepita por descender dignamente de la neumática en medio de unoleaje potente (imagínense a los 'teletubbies' bajando de una zodiac y entenderán de qué hablo), los búlgaros nos rescataron con susmotos de nieve y nos obsequiaron en su base con abundante comida y sobre todorakia, un licor de alta graduación. Excuso decir que a partir del segundo vaso todos empezamos a brindar con mucha alegría por la amistad hispano-búlgara, al tercer vaso por el futuro de laciencia universal y al cuarto ya no recuerdo exactamente, pero sé que era un motivo también muy loable.

A continuación nos mostraron dos joyas impagables. La primera la descubrimos por la músicareggae que salía de la nada: era el módulo enterrado en la nieve a cuatro metros de profundidad, que es a la vez local social de la base y un autentico museo viviente de cómo eran las bases hace 25 años. La segunda era la pequeña iglesia ortodoxa que domina el promontorio. Si algo define laAntártida es la solidaridad y el buen rollo entre las bases. Los búlgaros nos quieren tanto que incluso tienen su pabellón España.

La mujer que susurraba a los pingüinos

Una vez terminada la visita, y tras los oportunos abrazos, una parte de nuestro equipo regresó en la zodiac mientras queHans y yo hicimos el viaje de vuelta en motos de nieve conducidas porIñaki yArkaitz, dos expertos pilotos vascos que nos mostraron todos los secretos del imponente glaciar que separa aBulgaria deEspaña: un viaje extraordinario. El "white out", blanco total antártico, se rompía fugazmente para regalarnos imponentes imágenes deglaciares ypicos helados de 1.500 metros. Las motos nos abandonaron en el refugio de montaña de la base española desde donde descendimos en raquetas de nieve.

El día siguiente, o sea ayer, empezó también con magia: guiados porJulio, reponsable náutico yJoan, logista, volvimos a embarcar en la zodiac. En el viaje encontramos una foca leoparado (suelen tener malas pulgas) dormitando en un iceberg y dos ballenas jorobadas que vinieron a saludarnos. Sin duda lasballenas estaban de ligoteo porque no paraban de contornearse. Desembarcamos encaleta Argentina donde Pepita se vio rodeada de pingüinos. Hablaba muy suavemente y nos contaba que era extraño que aún no hubiera crías. En ese preciso momento la pingüina que tenía al lado nos descubrió a su cría. Desde entonces hemos bautizado aPepita como la mujer que susurraba a los pingüinos.

Fue al regresar de esta excursión cuando el tiempo empezó a cambiar, al estilo antártico, sin avisar, con violencia y rachas de viento y nieve que apenas nos dejaban avanzar. Tapada hasta las cejas,Pepita estaba helada. Me maravilla su resistencia física, pero sobre todo la mental. Conseguimos llegar a la base y refugiarnos en los módulos mientras el temporal arreciaba. Habíamos previsto despedirnos de labase española esta mañana para embarcarnos en el'Hespérides' rumbo a otros destinos antárticos, pero las noticias iban empeorando: el barco no podía entrar en la bahía sur, había garreado la noche anterior y tenía que ponerse a seguro, Esta mañana he empezado a mentalizar al equipo para pasar un mínimo de cinco días más en la base en espera de que amanainara el temporal, un serio contratiempo para el plan de rodaje de la película y sobre todo un bajón anímico para todos... pero, de repente, el milagro: se ha abierto una breve ventana meteorológica, el mar se ha calmado momentáneamente. En media hora hemos empaquetado, enfundado los 'teletubbies' y saltado en la zodiac del barco que ha aparecido de la nada para recogernos en una operación relámpago.

Cuando he visto aPepita trepar ágilmente por la escalera de gato del barco, he sabido que la aventura continuaba. Atrás hemos dejado gente estupenda,científicos y logistas que se encierran cada año durante meses en las bases para dar sentido a la utopía antártica. De regalo de despedida, otro grupo deballenas jorobadas dando saltos en el agua como si fuesendelfines en un acuario. Cuando escribo esto navegamos por laisla Decepción, un inmensocráter volcánico rodeado deglaciares, contrarachas de viento de 90 kilómetros por hora que inclinan considerablemente el'Hespérides'. Solo un pequeño aperitivo de lo que nos espera al final de nuestro periplo, cuando crucemos el paso de Drake. Ya estamos avisados. De momento, si todo va bien, mañana llegaremos al continente. Otro paisaje, otraAntártida, todo está abierto...

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