Asesinato fallido en el federal

Sánchez tiene derecho y está obligado e intentar la investidura, mal que les pese a los viejos jerarcas del PSOE y a quien ambiciona ser su heredera

Los presidentes Javier Fernández (Asturias), Susana Díaz (Andalucía) y Guillermo Fernández Vara (Extremadura), en la reunión del comité federal del PSOE.

Los presidentes Javier Fernández (Asturias), Susana Díaz (Andalucía) y Guillermo Fernández Vara (Extremadura), en la reunión del comité federal del PSOE. / DAVID CASTRO

ENRIC HERNÀNDEZ

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El PSOE del 2016, aunque muy tocado, no es aquel PCE moribundo de los años 80 cuyo último hálito vaticinó Manuel Vázquez Montalbán en 'Asesinato en el comité central'. Tampoco es Pedro Sánchez una reencarnación moderna de Francisco Garrido, el secretario general comunista que, tras un apagón en plena reunión del comité central, aparece con una puñalada en el pecho en una de las aventuras del detective Pepe Carvalho. No lo es, aunque pudo serlo... y aún podría. De puñales prestos a destriparlo la familia socialista anda bien provista.

Tras el cara a cara con Mariano Rajoy y la cita con las urnas del 20-D, el aspirante socialista ha salvado en el comité federal el tercer 'mach point' para su liderazgo en pocas semanas. Baste recordar que Susana Díaz y los barones que esta maneja pretendieron precipitar un congreso en primavera para celebrar las exequias de Sánchez. El vértigo de la lideresa andaluza ante el reto de contrastar su liderazgo orgánico en unas primarias en toda España y el enredo de la investidura han disipado las urgencias históricas. Asesinato fallido, toma uno.

El 'plan b' del 'establishment' del puño y la rosa era esposar a Sánchez a unas líneas rojas que, en la práctica, le impidieran negociar el apoyo de Podemos o la abstención del independentismo en su investidura, condenándolo a ofrendar la presidencia al PP. Pero el acosado emperador ha ganado el pulso a los mandarines socialistas al anunciar que será la militancia la que refrende o no los acuerdos. Ahora dispone de más tiempo y de cierto margen para negociar con Pablo Iglesias y Albert Rivera en cuanto el Rey Felipe le encomiende la responsabilidad que Rajoy ha declinado.

Un derecho y un deber

Liderar implica asumir retos, tomar decisiones y dar la cara. Sánchez se ganó en sendas primarias la legitimidad para dirigir el PSOE y optar a la Moncloa, y la aritmética del 20-D le ha otorgado la oportunidad de articular una mayoría de cambio. Está en su derecho de intentarlo, y también es su deber ante quienes le votaron, aún a riesgo de fracasar en el intento y mal que les pese a los viejos jerarcas de la tribu y a quien ambiciona ser su heredera.