Ideas

El arte de comer

RAMÓN DE ESPAÑA

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El hecho de que la librería Documenta se reubique en un local en el que antes había un bar constituye una noticia insólita, en la mejor tradición del famoso, aunque improbable, titular Hombre muerde a perro. Lo normal es lo contrario, o así lo percibo yo en mi barrio: cada vez que palma una librería, una tienda de discos o un quiosco de postín, ¡zas!, restaurante (o bar) al canto. ¿Será porque en época de crisis todo lo que no sea zampar resulta superfluo? ¿O es que los barceloneses nos llenamos la boca con la palabra cultura cuando en realidad lo que queremos es llenárnosla de croquetas?

Hace tiempo que la comida se ha integrado en lo que entendemos por cultura, y las informaciones al respecto cada vez ocupan más espacio en las secciones que prensa y televisión deberían dedicar al pensamiento. Hace unos días, el noticiario de TV-3 conectó con el festival de Berlín, pero no para entrevistar a algún cineasta -¿a quién demonios le interesa el cine?-, sino a uno de los hermanos Roca, que proyectaban en la Berlinale una película sobre sus onerosos comistrajos. Por esas mismas fechas, Ferran Adrià presentaba al mundo su fundación gastronómica en las inmediaciones de El Bulli, proyecto faraónico que se llevará a cabo, sin duda alguna, en cuanto aparezca el dinero y desaparezcan esos molestos ecologistas que no le ven la gracia al asunto. El pasado viernes, el Telenotícies informaba de que la cocina iba a llegar a la universidad y que Barcelona sería la primera ciudad del mundo en tener una facultad de Artes y Ciencias del Papeo (o algo así).

La cosa ha llegado a un punto en el que, como ya me pasaba con José María Aznar Pilar Rahola, en cuanto veo aparecer en la pantalla del televisor a Ferran Adrià o a algún Roca, me apresuro a cambiar de canal. En cuanto a lo del papeo universitario, tenía que llegar y nuestra ciudad es única a la hora de confundir la vanguardia con el tocino. De hecho, es un gesto de una lógica aplastante, pues se integra en el modelo Bolonia de fomentar actividades necesarias para la sociedad en detrimento de antiguallas románticas como las Humanidades. ¿Para qué pensar si puedes zampar?