PEQUEÑO OBSERVATORIO

La añoranza es una patente catalana

El peso de la realidad que vivimos aplasta de forma poderosa los latidos del pasado

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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Las dictaduras pueden ser dramáticas, por no decir trágicas. Con el tiempo, sin embargo, sus manifestaciones son increíblemente ridículas. Afortunadamente, ya hace años convertí en libro unos textos periodísticos de 1966. Así puedo recuperarlos.

«Original gesto del Orfeón de Alicante. Los cantores están enseñando una habanera que canta las excelencias de la Ley Orgánica del Estado y las palabras de Franco en la memorable sesión de las Cortes del día 22 de noviembre. La idea de esta agrupación coral ha sido muy bien acogida en todos los medios de la capital alicantina».

«Los reclusos de la prisión provincial de Teruel han enviado a Su Excelencia el Jefe del Estado este telegrama: «La población reclusa, a pesar de estar privados del voto por la ley, quiero testimoniar a vuestra Excelencia que de corazón dicen ‘sí’, como todo el pueblo español».

«El secretario del Caudillo ha contestado con otro telegrama muy cariñoso, agradeciendo este sentimiento de cariño de los reclusos turolenses».

Cuánta hipocresía, cuánta comedia, cuánta manipulación de los presos... Una de las características de una dictadura es la pérdida del sentido del ridículo. La opresión acompañada por unas divisas tan desaforadas como las que se pintaban en las paredes, junto a las carreteras españolas: 'Por el Imperio hacia Dios'. Ya somos muy pocos los que sobrevivimos a la bárbara locura franquista. A veces algún viejo intenta explicar ese pasado a sus nietos. Es un esfuerzo inútil. El peso de la realidad que vivimos aplasta poderosamente los latidos del pasado.

Hay unas coplas de Jorge Manrique que aseguran: «Cualquier tiempo pasado fue mejor». No es verdad. Pienso que es una ilusión, un engaño, producto de este sentimiento vital que es la añoranza.

Quizá sorprenderá al lector saber que, según la Academia Española, 'añorar' es una apropiación del catalán 'enyorar'. Cada persona, cada país, tiene sus añoranzas.