Pequeño observatorio

Añoranza de aquellas cabinas

¿Qué mal hacían las cabinas telefónicas en la calle? Eran documentos históricos, compatibles con los móviles

La única cabina de modelo cerrado que queda en Barcelona, en la calle de Lledoner, el pasado viernes.

La única cabina de modelo cerrado que queda en Barcelona, en la calle de Lledoner, el pasado viernes.

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Ya hace mucho tiempo que no veo, en Barcelona, una cabina telefónica. La última que recuerdo es la que había en el chaflán de casa, y que desapareció hace ya muchos años. He pensado en ello cuando he visto en EL PERIÓDICO la fotografía de una cabina que me había acompañado durante muchos años. No había teléfonos móviles, y esto quizá les cueste creer a los jóvenes de las actuales generaciones.

A lo largo de mis viajes a pie, más de una vez tuve que esperar llegar a un pueblo para poder encontrar un local público –habitualmente un café– para poder enviar a casa la tranquilizadora noticia de que todo iba bien.

Y todavía me parece ver aquella cola de grupos familiares –madres y criaturas– que esperaban el turno para poder hablar con los maridos y explicarles que no sufrieran, que los niños se lo pasaban muy bien. El teléfono, en la oscuridad de la noche, parecía un faro tranquilizador.

La cabina era una especie de dios luminoso. Ahora pienso que el invento de la cabina ha resultado notable. Quizá no somos conscientes de su expansión. La cabina es la creadora de una magnífica capacidad humana: la del aislamiento. Se habla a menudo de la capacidad humana de agregación, de conexión. Ya es hora de valorar la capacidad aisladora. El aislamiento resulta necesario en una cabina de radio y de televisión.

El aislamiento es útil en la cabina de un avión, en los ascensores, en los gabinetes de los médicos que examinan un paciente, en cualquier actividad que exija una determinada concentración. No es mi caso, pero hay escritores que para trabajar exigen un ámbito silencioso.

¿Qué mal hacían las cabinas telefónicas en la calle? Eran documentos históricos, perfectamente compatibles con los móviles. Me gustaría que me guardaran una cabina. La pondría en la terraza con la esperanza de que hicieran un nido los pájaros.