REFERÉNDUM TOLERADO

Para que se cambie Superman

Vecinos de Horta-Guinardó votan para elegir el futuro de la última cabina cerrada de BCN

Toni Sust / Barcelona

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Barcelona ha albergado más de una consulta en los últimos tiempos. Mientras fornidos agentes de la ley lograban desarticular con denuedo a un grupo de peligrosos votantes sediciosos, a base de mamporros y de generar el pánico, nadie reparaba en que en Horta-Guinardó también se invitaba al pueblo a pronunciarse. La urna que no molestaba a la policía ha estado meses en la Casa Groga, centro cívico del distrito. Todo aquel que quisiera podía acudir a votar para decidir qué destino prefería para la última cabina antigua, de las que tenían puerta, que queda en la ciudad. "La consulta no tenía plenas garantías democráticas", cuenta con sorna el consejero técnico del distrito de Horta-Guinardó, Pau González.

Era una consulta multirrespuesta, igual eso fue lo que hizo que nadie se cabreara. Como promotora de la votación actuó la Asociación de Vecinos de Sant Genís dels Agudells. La historia la empezó una barcelonesaAnna Farré, que se propuso salvar la última cabina con puerta de la ciudad (aunque hay que subrayar que hoy por hoy la puerta no está: ahí será necesaria una restauración). Hasta 2.000 personas firmaron a favor de mantenerla.

Las opciones

La cabina, de una serie colocada en 1966 (aunque algún vecino dice recordar que esta fue instalada en 1964), está en el número 2 de la calle del Lledoner. A lo largo de unos cuatro meses, 93 personas se acercaron a depositar su voto. Podían elegir entre que la cabina fuera destinada a convertirse en un punto wifi, que sirviera en adelante como línea directa para conectar con el teléfono del civismo, que actúe como un punto de book-crossing, en el que uno deja un libro y se lleva otro. También se ofreció la opción "otros", abierta a sugerencias del personal.

La consulta rfecaba 93 votos de la población,  varios de los cuales con propuestas ocurrentes

Tras un recuento sin sobresaltos, las conclusiones son las siguientes: 93 personas votaron en la consulta. Para hacerlo funcionó una especie de censo universal a lo bruto: cualquier podía depositar su papeleta, sin identificarse. Los resultados, muy ajustados: 24 votantes se decantaron por el punto wifi; 25, por instalar en la cabina una línea directa al teléfono del civismo, y 28 abrazaron la opción ganadora, el book-crossing.

Punto fumeta

El resto optó por otras soluciones, de la simple retirada a la petición: "Que siga siendo una cabina". "Punto fumeta", propone un votante, quizá ignorando que a estas alturas en Barcelona tal vez haya ya más centros cannábicos que iglesias y quioscos abiertos. Varios acuden a la memoria cinematográfica y piden que la cabina sea reservada para que Superman se pueda cambiar en ella. Uno específica que se refiere al Superman de Dr. Slump y pide que se ilustre la cabina con su imagen. Otro pide que la cabina sea retirada "y ya".

Una vez consultada la población, el consistorio dará ahora el siguiente paso. La Administración barcelonesa está pendiente de que se reedite o no un decreto de protección de las cabinas para pedir a Telefónica que se la ceda. Algo que espera lograr cuando empiece el 2018.

El ayuntamiento "apretará", cuenta el consejero técnico. Es el Instituto de Paisaje Urbano el que se encargará de dialogar con la compañía. La previsión es que antes de consumar la cesión, la empresa restaure la cabina y le devuelva la puerta que falta.

Traslado a la plaza

Con el fin de que un máximo de vecinos tengan presente la cabina, el ayuntamiento planea trasladarla de la calle del Lledoner a un nuevo emplazamiento: la plaza de Meguidó, donde está la Casa Groga. Y donde ha estado estos meses la urna. No solo la han tenido en el centro a la vista todo este tiempo. En días señalados la sacaban a la plaza para animar a la gente a votar. La participación no ha sido un éxito rotundo, pero por lo menos nadie se presentó a maltratar a los ancianos.