MIRADOR

Al gran baile del 1-O con mierda en los zapatos

O son falsas las acusaciones de corrupción, o el cordón umbilical que alimenta el nuevo país transporta jarabe de cloaca

XAVIER BRU DE SALA

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Todo parece indicar que el 1-O será una fecha mucho más señalada que el sin par 9-N o el ambivalente 27-S. Los dos hitos pasarán sin duda a la historia, pero si nadie hace mutis por el foro antes de tiempo, ambos palidecerán ante la magnitud del 1-O. Según los anuncios y los preparativos del gran baile de final de 'procés', el 1-O solo será comparable a aquel 11-S de la entrada de las tropas borbónicas del Duque de Berwick en Barcelona, ya veremos si con resultado similar o reparador.

Las diferencias son: una, que tres siglos atrás la confrontación era cierta, pero hoy por hoy no sabemos si el 1-O comparecerá un solo bailaor, se enfrentarán los dos o la plaza quedará desierta; y dos, que aquellos asediados de Barcelona defendían un país muy diferente del que quería Castilla, y en cambio ahora todo indica que los del 'sí' irán a la fiesta con la misma mierda en los zapatos que los del 'no'.

Estaría mal que nos fijáramos solo en los políticos y sus descalificaciones mutuas. El contexto democrático indica que la última palabra la tiene la sociedad, es decir, los votantes, y la tendrán tanto si el 1-O hay urnas como si han sido secuestradas por la autoridad competente, o incompetente, vete a saber. De una forma u otra no tardaremos en votar. Y no hay duda de que el recuento volverá a centrarse en la suficiencia o insuficiencia del voto independentista.

La composición del voto, de cada voto, cuenta con múltiples factores. Los que configuran el 'sí' son suficientemente conocidos y bastante similares. El 'no', en cambio, es mucho más heterogéneo. Influyen en él sentimientos de identidad, servilismo hacia el poder central, rechazo de la unilateralidad, esperanzas (menguantes pero ciertas) de una reforma de España, etc. ¿Y la corrupción? ¿Cómo influye la corrupción, me refiero a la de aquí, en el electorado del 'sí'? Visto el 'caso Palau' y con sentencia anunciada para fechas cercanas a la del gran baile, es ineludible preguntárselo.

Ser limpio o no ser limpio, esta es la cuestión. Persistir en una negación de los hechos que tan solo se fundamenta en la doble moral o admitir culpas, pedir perdón, y expiar. Si Jordi Pujol es el Dalai Lama catalán y su impoluta familia ha sido perseguida por razones políticas, será imposible construir un país donde robar a saco en nombre de lo más sagrado sea considerado peor que robar a palo seco.

O son del todo falsas las acusaciones del 3% y Germà Gordó es una víctima propiciatoria más, o el cordón umbilical que alimenta el nuevo país transporta jarabe de cloaca. Si CDC utilizó el Palau para financiarse ilegalmente, sin ningún tipo de escrúpulo ni respeto por la cultura y los símbolos, si lo hizo, que lo hizo, y lo niega en vez de pedir perdón, acudiremos al gran baile con la mierda de 30 años pegada a los zapatos.

Si Junts pel Sí, la ANC y Òmnium pretenden hacer campaña para el 'sí', deben establecer un cordón sanitario para convencerse y convencer del rechazo frontal, total y sin fisuras a la corrupción, empezando por la propia. Si continúan mirando hacia otra parte, el 1-O tendrá dos enemigos, el de fuera y el de dentro.