La rueda

Acto final del Ubú President

ESPERANZA GARCÍA

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Terremoto sociopolítico ha provocado la filfa del expresidente Pujol. Hemos sido testigos de un relato trucho, como diría un porteño. Una confesión, para ser tal, debe contener la mínima explicación veraz de los hechos que se han mantenido ocultos. El comunicado que Pujol remitió el viernes a los medios no los contiene. Abundan aseveraciones con la i-: inverosímiles, incompletas, inconsistentes e, incluso, irrisorias. Al reconocimiento de la titularidad, junto a su prole, de decenas de cuentas bancarias en paraísos fiscales le precede un auto judicial del mes de abril en que el juez Ruz afirmaba que el primogénito Pujol movió 32,4 millones de euros por 13 paraísos fiscales en nueve años, hasta el 2012. El lobo de Mitre, en cuanto a inversiones rentables.

Nos quedaríamos en un simple dibujo sin volumen si centramos la cuestión en una crónica de irregularidades fiscales. Los matices del personaje, tan bien descritos en la obra Ubú President, se han mantenido a lo largo del tiempo. Desde el «en adelante, de ética y moral hablaremos nosotros» hasta pocos meses atrás con sus «¿qué coño es eso de la UDEF?» y «si entramos aquí, nos haremos mucho daño».

«Ara sí toca», señor Pujol. La bandera en la que se envolvió en 1984, cuando era imputado por el caso Banca Catalana, ya no le sirve para esconderse. Explique usted a la ciudadanía el origen de esos fondos (no solo a los tribunales) y renuncie al dinero público que percibe como retribución y gastos representativos. Sepan que esa atribución legal fue aprobada en el 2003, por él mismo, para permitir el desempeño de las obligaciones derivadas del cargo «con el decoro mínimo que merece un expresidente de la Generalitat». Un gobernante puede equivocarse, pero la manipulación y el engaño no se premia con atribuciones ni con el tratamiento de Molt Honorable.